viernes, 6 de marzo de 2015

LA LENGUA DEL PENITENTE

  (El Miserere glosado ex abundantia cordis. De un viejo devocionario. Para los viernes de cuaresma)

  Tened piedad de mí, Dios mío; yo que soy el mayor de los pecadores, imploro vuestra gran misericordia.
  Para que me perdonéis se requiere vuestra bondad toda entera, y en su amplitud infinita fundo la esperanza del perdón.
  Borrad, Señor, mi iniquidad, y si tuviere la dicha de estar ya purificado, no obstante, lavadme todavía, purificadme mucho más.
  Bien sabéis que yo no oculto ni excuso mi pecado; continuamente lo tengo delante de mis ojos y me lo echo en cara a todas horas.
  Vos solo fuisteis testigo de mi delito; delante de Vos solo lo cometí; mas lo confieso públicamente para que justifiquéis en mí vuestra promesa de perdonar al pecador contrito, y confundáis a cuantos se atrevieren a censurar vuestra fidelidad.
  Pequé, Dios mío, mas ¿qué podía esperarse de un hombre concebido en pecado, y con tan funesta propensión al mal?
  Pero, Señor, no siempre estuvo corrompido mi corazón; en algún tiempo amasteis su sencillez y rectitud, y me revelasteis los ocultos misterios de vuestra sabiduría.
  Para hacerme de nuevo agradable a vuestros ojos, me rociaréis, Señor, con el hisopo, y seré purificado; me lavaréis y quedaré más blanco que la nieve.
  Haréis que oiga en lo íntimo de mi corazón palabras de alegría y de consuelo; y todas mis potencias desmayadas recobrarán nuevo vigor, con el secreto testimonio que me daréis de mi reconciliación con Vos.
  Apartad, Señor, la vista para no ver más mis ofensas; borradlas de modo que no comparezcan jamás a vuestros ojos.
  Renovad en mí aquella pureza de corazón, aquella rectitud de espíritu que yo tenía antes.
  No me arrojéis de vuestra presencia, y haced que siempre resplandezca sobre mí la luz de vuestro Espíritu Santo.
  Restituidme aquella alegría, prenda de mi paz con Vos; e inspiradme un espíritu de fortaleza que me confirme en el bien.
  Con eso enseñaré vuestros caminos a los pecadores, e instruidos de cuanto pueden prometerse de vuestra bondad, se convertirán a Vos.
  Vos, Dios mío, en quien he puesto toda la esperanza de mi salvación, libradme de los crueles remordimientos que me causa la memoria de la sangre que he derramado, y mi lengua cantará con júbilo vuestras misericordias.
  Vos, Dios mío, abriréis mis labios, y mi boca anunciará vuestras alabanzas.
  Si en expiación de mis delitos hubierais exigido sacrificios, gustoso os los hubiera ofrecido; mas sabiendo que no os agradarían mis holocaustos, y que el único sacrificio para aplacaros es el arrepentimiento, sólo he cuidado de llorar mi iniquidad: no despreciéis, mi Dios, un corazón contrito y humillado.
  No detengan, Señor, mis pecados el curso de vuestra bondad sobre Sión; haced que podamos edificar los muros de Jerusalén.
  Entonces aceptaréis benigno mis ofrendas y holocaustos, como sacrificios de un hombre justificado por la penitencia; y entonces también el pueblo, a mi ejemplo, cargará de víctimas vuestros altares.
  Gloria Patri et Filio et Spiritui Sancto
  sicut erat in principio, et nunc, et semper, et in sæcula sæculorum. Amen 


Pedro de Mena. Magdalena penitente

3 comentarios:

  1. Realmente es lengua que ya no se habla en ningún pasquín católico. Al contrario, pura apología del pecado es lo que se habla, sea anulando el sentido de la culpa sea alardeando de las propias faltas. Así llega Francisco, porque los tiempos ya estaban maduros para su contra/magisterio, y dice que debemos jactarnos de nuestros propios pecados, y lo mete a San Pablo de testigo de sus barbaridades...

    Debemos rezar con fuerza pidiendo a Dios que venga su reino, que ya no se aguanta esto...

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  2. aj.... ya me acostumbré del libro de la liturgia de las horas y no lo puedo leer asi...

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