lunes, 18 de junio de 2018

LA QUE ESPERA

por Antonio Caponnetto

En los días aciagos de la legalización del aborto, los obispos se pronunciaron con un texto vergonzante que escandalizó a muchos fieles. Porque abajando lo sacro y tomando en vano el nombre de Dios, osaron comparar a María Santísima con una mujer cualquiera víctima de un embarazo inesperado. Dicen los teólogos que Cristo –como todo hijo varón que se precie de tal- no permite que insulten a su madre. Y cuando esto sucede, su intervención está próxima y cercana. Entretanto, Nuestra Reina y Señora, no puede quedar sin desagravio.
 
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                                                                A Magdalena Bosco, mi más pequeña ahijada.

Cuando Dios dijo Hagamos con su ser Uno y Trino,
instante bendecido que en sí mismo abrevaba,
Origen de los ritmos, las ráfagas o el alba:
ya María esperaba.

En el trono del Padre, el del Pneuma y del Hijo,
solamente una Luna su cuerpo retrepaba,
incoada en el solio trinitario y eterno:
ya María esperaba.

San Joaquín y Santa Ana rogaron el obsequio
de aquella gravidez que al lirio acuartelaba,
se alegraron los cielos y la tierra era un salmo:
ya María esperaba.

La dotaron de un nombre pero ella era inefable,
¿con qué letras llamarla si su voz albriciaba?
su nombradía dulce encerraba un acíbar:
ya María esperaba.

Servidora en el templo entre ancianos prudentes,
en honda expectación un secreto velaba,
oyó las Escrituras, vio el Árbol de Jesé:
ya María esperaba.

Y el día en que el Arcángel pronunció su “No temas”
(Fra Angélico asegura que el azul aleteaba),
izó un canto laudante, enarboló la gracia:
ya María esperaba.

Sobre el lomo de un rucio, San José con las riendas,
a Belén se encamina, la estrella pastoreaba,
se vistió de pesebre la vigilia del parto:
ya María esperaba.

Por Caná hay una boda con sabor a verbena,
con tinajas vacías,sólo el agua escanciaba,
le pidió con los ojos el prodigio del vino:
aún María esperaba.

Lo desclavaron muerto,martirizado, roto,
lo posó en su regazo que el Verbo amurallaba,
le besó las heridas,los párpados sangrantes:
aún María esperaba.

Tu preñez,tu cintura vuelta cántaro pleno,
tu gestación prevista como una primavera,
te agradecen los coros angélicos diciendo:
 Es Ella, La que espera.


4 comentarios:

  1. Comparto el repudio al escandoloso documento episcopal, pero creo que acá hay un error importante de perspectiva. Error que se repite en otros católicos.

    El principal agravio no fue a la Virgen, sino al Espíritu Santo.
    Dice el documento episcopal que “María …conoció la incertidumbre de un embarazo inesperado” Pero ¿de donde vino el embarazo “inesperado”?
    El agravio va directo a la Divinidad (causante del embarazo inesperado), porque es la negación implícita de la Anunciación y de la aceptación que hizo la Virgen “He aquí la esclava del Señor”.

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    1. El agravio es doble en uno. Es indisoluble el vínculo entre María y las tres Personas divinas -y esto desde la eternidad, en virtud del misterio de la predestinación que en ella tiene objeto eminentísimo.

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  2. Estoy completamente de acuerdo con el comentario de Marcelo.

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    1. O hay algo que yo no entiendo en la objeción, o ponemos un aut-aut donde debiera leerse un et-et. El sujeto de la infortunadísima enunciación de los obispos fue la Virgen; que el agravio proferido contra ella revierta sobre el "sujeto agente" (la Ssma. Trinidad) está implícito en las dos primeras estrofas del poema. No veo un error de perspectiva, sino la elección de una perspectiva (la más inmediata y obvia) que no excluye necesariamente a la otra -la que da la plena medida del descalabro episcopal.

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