Esta reflexión nos la envía un lector, y versa sobre uno de los más inadvertidos prodigios de este pontificado: el parir con fórceps unos malsonantes neologismos que pronto serán usados -casi como haciéndole justicia a los vocablos- en su acepción más decididamente antifrástica. Nunca mejor aplicable que al Obispo de Roma y su vandálica corte aquella sentencia de Tácito: solitudinem fecerunt, pacem appelunt («hicieron un desierto y lo llamaron paz», en referencia a la pax romana). El cuño ahora es bergogliano; la ironía revesadora, forzada por ciertas constataciones ineludibles, correrá a cuenta de los avinagrados "profesionales del Logos".
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Cuando las palabras se retuercen, se vuelven como un boomerang contra aquel que las ha lanzado.
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por Jose
Cuando las palabras se retuercen, se vuelven como un boomerang contra aquel que las ha lanzado.
Siendo la misericordia un atributo divino, un sentimiento de compasión que mueve a ayudar y perdonar, capaz de contemplar la fragilidad y debilidad de los hombres -su verdadera indigencia, con la mirada de Dios que todo lo perdona, porque comprende y espera, porque cree y ama-, en definitiva su cualidad más excelsa en relación con sus criaturas -sacados de la nada-, molesta ver como hemos llegado, no pocos católicos y por ende cristianos, a emplear o traducir el verbo “misericordiar” de forma peyorativa, para advertir o significar todo lo contrario…
Las palabras, en un mundo virtual y casi de vértigo, no sólo fluyen, vuelan o se mutan, sino que gracias a la información y a las redes, se instalan en la sociedad sin respeto al diccionario, de manera que aquello que nos empeñamos en usar una y otra vez, con una connotación concreta, supera no ya a su propia definición, sino incluso a quien comenzó a utilizarla sin medir el alcance poderoso de los actuales medios.
Así, a la llegada a la cátedra de San Pedro del papa Francisco, pasado algo más de un año de su primado, la palabra “misericordia” ha logrado una popularidad antes desconocida, y aún más la variante del verbo, de forma que “misericordiar” no sólo aparece como una cualidad divina, como hemos apuntado, sino como un sello del pontificado de Francisco, verdadero artífice del concepto “misericordiando en las periferias”, gerundio del citado verbo, y que hace alusión a la capacidad de extender esta acción a aquellos que están en las afueras.
Ahora bien, la paradoja ocurre cuando el concepto inicial se usa para contraponerlo a su verdadero significado, como consecuencia de ciertas actuaciones, repetidas y conocidas, en la Iglesia Católica desde la llegada de Francisco.
Así, cuando leemos o decimos que alguien ha sido “misericordiado”, no pensamos en lo que literalmente significa, sino más bien en que ha sido censurado, apartado o castigado, lo cual supone hablar, con no poca ironía, de lo que lo que está sucediendo mediante el empleo de su contrario: donde expreso perdón significo condena.
Franciscanos de la Inmaculada, misericordiados con la fusta |
Huelga decir que cuando «aquel que ha de confirmar a sus hermanos en la fe» comienza por negar la existencia del Dios a quienes los católicos, desde hace siglos, defienden y reconocen bajo ese mismo nombre; carga reiterativamente contra una parte de la comunidad, a la que tacha de hipócritas, cuyo defecto parece ser rezar mal porque rezan mucho y llevan cuentas; le desagrada la cara de algunos porque no la llevan de fiesta, como él propone; llama secta a otro colectivo eclesial o deja ver que no son de los suyos, y afirma precipitadamente que para seguir a Jesús no basta con sentirse Iglesia, sino que es necesario el aval de un testimonio –forzado sí o sí-, sin pensar que esta prueba siempre llega según los tiempos designados por el Padre para los hermanos de Cristo, y que por lo tanto no hay necesidad de despreciar o desmerecer a quienes aún no han sido capaces de afrontarla -ejemplo del Señor con Pedro.
El garrote de la misericordia |
Quizás alguien me diga: "todo es un mal entendido, y no se ha querido decir lo que se ha dicho". Cierto, pero cuando “misericordiar” es sinónimo de condena, algo no anda bien o quizás alguien habla como no es debido.
Cuando dejen de llamsr a ese felón desorejado "papa", sus textos, sus meditaciones, sus reflexiones cobrarán más fuerza a la luz de la Verdad. Repitan conmigo: un hereje no puede ser papa. De sobran saben ustedes de las herejìas pasadas y presente de Bergoglio. A qué tanto escrupulo en no llamar a las cosa por su nombre? Què le deben al hombre que odia la Iglsia de Cristo? Obediencia no creo. Dios nos priva de seguir a un malvado.
ResponderEliminarBate
Por falta de tiempo, me eximo de responderle en este momento. No obstante, comprometo una próxima respuesta en forma de artículo, ya que entiendo que su réplica lo exige. Saludos, pues.
EliminarEsperando que el amigo Flavio te de una respuesta, quiero decirte algo.
EliminarBate, no se puede llamar hereje a una persona que no dice herejías aunque a tí te lo parezcan. Otra cosa es que coquetee con la herejía, y se podría llamar en todo caso y como mucho, heretizante, pero no es un hereje formal.
Ya se que estás muy disgustado, enfadado, enojado y demás, pero te ruego te serenes y te calmes, que Dios desde arriba ve lo que está pasando en su Iglesia y sí está permitiéndolo, por algo será.
No puedes alterarte hasta el extremo de decir cosas que no son. Creo que debemos rezar todos a Dios nuestro Señor con más fuerza pues Él lo puede todo, y en sus manos estamos.
Por alusión a lo escrito, me adelanto a Don Flavio, para hacer notar que como bien dice la palabra "papa" esta en minúscula, seguida de Francisco.
EliminarExiste un giro al hablar llamado "locución": combinación estable de dos o más palabras con un sentido que generalmente no es resultado de la suma de los significados de sus miembros.
Papa, con mayúsculas refiere a la Autoridad maxima de la Iglesia Católica.
En cambio, "papa" en minúsculas, refiere como locución a "no ver o no entender". Así, "papa Francisco" se puede y debe traducir por "quien no conoce la humildad" o "no entiende ser pobre", puesto que Francisco significa "pobre o humilde". En castellano diriamos que no sabe ni papa de lo que pretende que va.
No hay pues necesidad de repetir sus consignas. Basta con entender lo que quiso adjudicarse al ponerse el nombre de Francisco. El resto ya lo estamos viendo.
Maite C
EliminarEn ésta página Web, se encuentran una colección impresionante de herejías de Francisco-Bergoglio, tanto en su hablar de todos los días como en las Encíclicas Evangelii Gaudium o Lumen Fidei.:
http://josephmaryam.wordpress.com/sitemap/
Conozco muy bien esta página, con lo cual no voy a recurrir a ella.
EliminarYa he expresado mi opinión sobre lo de "herejias" atribuídas a Bergoglio, con lo cual no me hace falta pinchar el enlace.
Debo añadir que en esta página web, además de lo dicho, se le insulta de forma gratuita y muy groseramente.
Resumiendo: Es una web no recomendable ya que resulta altamente perniciosa.
Para mí es altamente recomendable y muy esclarecedora.
EliminarSin mariconeos bergoglianos, viril y sin pelos en la lengua.
Sds.
¿llamar las cosas por su nombre?¿entonces a jp 2 como hay que llamarlo??? lea las encíclicas del susodicho y verá.
ResponderEliminarFrancisco se puso el poverello porque le gustaba el francés y lo hablaba con la madre. Me refiero al de Asís.
ResponderEliminarUNa sugerencia para los que juegan al truco, siempre amigos de circunloquios y alusiones crípticas: cuando reciban el ancho de bastos, sóplenle al compañero: tengo el de la misericordia
ResponderEliminarPuede ser que no se hable como es debido, pero asociar la palabra misdericordia con castigo o condena, es muy rebuscado, nunca se me habría ocurrido
ResponderEliminarEse garrote con esos clavos atravesados duele de solo verlo, esa es la misericordia de bergoglio con la Tradición.
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