viernes, 3 de abril de 2015

AL ÁRBOL DE LA CRUZ





Árbol feraz, invicto sobre todo
que, enhiesto en lo escarpado de la piedra
y hendiendo el cielo, de sus auras medra,
raíz en alto, con no usado modo,

deja llegarme a ese empinado codo
en que se muda el hombre y no se arredra
al verse renacer como la hiedra
en tu redor, de luz y paz beodo.

Deja que more siempre aquí escondido,
que coma de tus frutos, y a tu techo
repare los langores de esta vida,

oh Leño del honor más acrecido,
aquel que el Rey, cual recamado lecho,
quiso acordar para su prometida.


Fray Benjamín de la Segunda Venida