viernes, 28 de agosto de 2015

MÁS, MÁS ABOMINACIÓN

Sobran los indicios de que Francisco entiende restablecer las calificaciones teológicas, otorgándoles el nihil obstat a obras como las de Francesca Pardi, escritora italiana de cuentos infantiles de temática homosexual. Según parece, la muy perdularia ventiló el contenido de una carta que el pontífice le enviara hace casi dos meses, en la que éste la alentaba a continuar «con su proficua actividad», impartiendo luego la bendición apostólica «para toda la familia» de la escritora, constituida por ella y su consorte -mujer-, más los cuatro infelices párvulos recibidos en adopción. Menos mal que el portavoz adjunto del Vaticano, padre Ciro Benedettini, salió a aclarar que «se trataba de una carta privada que no estaba destinada a ser divulgada», aunque éste y otros casos parecen revelar la astuta táctica de Bergoglio, consistente en instar a los destinatarios de sus beneplácitos a poner por obra la exhortación evangélica de proclamar desde la azotea lo susurrado al oído. [Ver la noticia aquí y aquí]

Se sabe que abundan los tontos proclives a excusar estos actos del magisterio oblicuo, toda vez que un accidente o la presunta deslealtad de algún quídam les hayan quitado su carácter de "secreto". Al fin de cuentas, el mismísimo Franciscus se encargó de minimizar la existencia de un lobby gay en el Vaticano. «Esto no puede probarse», dicen que dijo. Si acaso, lo único que pudiera probarse es la designación de prelados preferentemente bufarrones para los cargos de mayor relieve.

El próximo cónclave elegirá Papa a Elton John,
que podrá darse el gusto de recobrar la muceta
despreciada por Francisco
«Y en su frente tenía escrito este nombre: misterio, Babilonia magna». Que el cauce subterráneo de las herejías combatidas a lo largo de la historia (y acompañadas a menudo por la perversión venérea como por un signo visible de su intrínseca maldad) acabe por brotar a borbotones en la elevada colina vaticana, es cosa del mayor misterio, de una mística pervertida que apura el más insospechable desenlace de los tiempos. Revela, en todo caso, al Mysterium iniquitatis oponiéndose al Mysterium fidei, pretendiendo asentar su cloaca en el Templo, ganoso de todas las usurpaciones y retorcimientos.

Que alguien les recuerde a estos degenerados que a sus fétidas conquistas sigue un Juicio.