lunes, 27 de junio de 2016

BLASFEMOGLIO, MAESTRO DEL ENGAÑO

por Alejandro Sosa Laprida
(leer en PDF aquí)



Breve selección de las falacias e impiedades proferidas recientemente por el falso profeta Jorge Mario Bergoglio, mentiroso consumado, blasfemador empedernido e ilustre discípulo del padre de la mentira…

« Muchas veces me encuentro en crisis de fe y algunas veces también tuve la desvergüenza de reprochar a Jesús: ‘‘¿Por qué lo permites?’’ Y también dudas : ‘‘Pero, ¿esta será la verdad o un sueño?’’ Y esto de joven, de seminarista, de sacerdote, de religioso, como obispo y como Papa. A un cristiano que no haya sentido esto alguna vez, que no haya pasado por una crisis de fe, le falta algo: es un cristiano que se conforma con un poco de mundanidad[2]. »

Bergoglio enseña, con sus palabras y con su ejemplo, que dudar de las verdades de la fe es algo bueno y que quienes no lo hacen son « cristianos mundanos ». Menuda blasfemia. Para ser buen cristiano, según este energúmeno del Averno, habría que poner en tela de juicio, por ejemplo, la divinidad o la resurrección de Jesucristo. La « enseñanza » bergogliana contradice absolutamente la de Nuestro Señor, quien recriminó al apóstol Tomás el no haber creído el testimonio de los demás apóstoles acerca de su resurrección:

« Luego dijo a Tomás: ‘‘Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.’’  Entonces Tomás respondió y le dijo: ‘‘¡Señor mío y Dios mío!’’ Jesús le dijo: ‘‘Porque me has visto, Tomás, has creído; bienaventurados los que sin ver creyeron.’’ » (Jn. 20, 27, 29)

Imaginen a un catequista que dijera a sus alumnos que él se la pasa dudando acerca de lo que les enseña y que eso le parece algo no sólo positivo, sino incluso necesario para llegar a ser un buen cristiano. Pues bien, acá tenemos a un supuesto « Papa », doctor supremo de la fe católica, que nos dice a grandes rasgos lo siguiente : « Queridos hermanos, para ser cristianos auténticos, os invito a que dudéis como yo lo hago, que no he dejado de hacerlo en ninguna de las numerosas etapas de mi vida, y que incluso sigo haciéndolo ahora que soy el Vicario de Cristo. Porque atención, si no lo hiciereis, eso significaría que sois unos cristianos mezquinos y mundanos, incapaces de avanzar hacia las ‘‘periferias’’ y de practicar la ‘‘cultura del encuentro’’. »

Esto es sencillamente inimaginable.  No hay una sola frase en la Sagrada Escritura o en el Magisterio de la Iglesia que pudiese ser interpretada como una « invitación a dudar » de la revelación divina. Jamás se encontrará algo de ese tenor en los escritos de los Santos. Supera el entendimiento que Bergoglio se atreva a decir eso, nada menos que en la mismísima Basílica de San Pedro, y que nadie, absolutamente nadie reaccione, se levante y lo increpe de viva voz, enérgica y valientemente, denunciándolo públicamente como lo que es, un enemigo acérrimo de Dios y de la Iglesia, un corruptor de la fe y un impugnador de la revelación divina.

¿Acaso es necesario tener que recordar que quien desea debilitar nuestra fe es precisamente el demonio, y que toda duda con respecto a ella proviene de él siempre, nunca de Dios? De lo cual puede deducirse con total certeza que las « enseñanzas » de Bergoglio son lisa y llanamente satánicas. No verlo es signo de una profunda debilidad interior, de una fe  pusilánime y vacilante, de una escalofriante ceguera espiritual. Y ni hablar de la insinuación perversísima según la cual la revelación divina podría legítimamente ser considerada como un « sueño » [!!!]. Ni tampoco de los « reproches » que este insensato se atreve a hacerle a nuestro adorable Redentor…

« A mí no me gusta, y quiero decirlo claramente, a mí no me gusta cuando se habla de un genocidio de cristianos, por ejemplo, en el Medio Oriente. Esto es un reduccionismo[3]. »

Saliendo esto de labios de quien es el mayor promotor de la inmigración musulmana en Europa, me parece evidente que no hay de qué extrañarse…[4]

« Muchos piensan que es mejor que se queden en su tierra. Ellos han sufrido tanto. Son nuestros refugiados. Pero muchos se consideran excluídos. Por favor, son nuestros hermanos. El cristiano no excluye a nadie y le ofrece un lugar a cada uno. Deja venir a todos[5]. »

Hay que reconocer que en materia de subversión « Panchito » la tiene muy clara: el buen cristiano es el que duda y el buen europeo, el que permite la islamización de Europa…


« Prefieren convivir. Y esto es un desafío, una tarea. No hay que decirles: ‘‘¿Por qué no se casan por Iglesia? » No. Hay que acompañar, esperar, y después, hacer madurar, hacer madurar la fidelidad[7]. »

Pues claro, si la gente « prefiere convivir », ¿a quién se le podría ocurrir decirles que se casen por Iglesia? Por supuesto que eso no se debe hacer: hay que dejarlos vivir en pecado mortal tranquilamente, sin remordimiento alguno, lo importante es que puedan ser felices viviendo como se les antoje. Pero eso sí, « acompañándolos », para que no se vayan a sentir solos. En efecto la presencia del « cura » junto a los concubinos es indispensable para ayudarlos a « madurar la fidelidad ». Porque no vaya a ser que los amancebados terminen « metiéndose los cuernos », eso sí que sería verdaderamente escandaloso…

« He visto tanta fidelidad en estas convivencias, tanta fidelidad, que yo estoy seguro de que son verdaderos matrimonios, que tienen la gracia propia del matrimonio por la fidelidad que tienen[8]. »

Está clarísimo: ¿para qué diablos casarse si el concubinato vivido « con fidelidad » resulta ser un « verdadero matrimonio » ?

« La gran mayoría de los matrimonios sacramentales son nulos[9]. »

Razón adicional ésta para no « casarse por Iglesia » y optar por « juntarse con fidelidad ». Además, ¿se imaginan el efecto que esta frase del « Papa » puede tener en los matrimonios que intentan perseverar en medio de las dificultades ? ¿Para qué seguir luchando? ¿No es más razonable darse por vencidos, pedir la declaración de « nulidad matrimonial » y luego intentar « rehacer su vida »? En definitiva, a los concubinos Bergoglio les dice que no se casen y a los casados, que sus matrimonios no tienen valor. No, realmente los epítetos se quedan cortos para calificar afirmaciones tan maliciosas: este hombre es un auténtico hijo del demonio…


« Éste es el realismo saludable del catolicismo. No es católico decir “o esto o nada”. Eso no es catolicismo, es herejía. Jesús sabe siempre como acompañarnos, nos da el ideal, nos acompaña hacia el ideal. Nos libera de la rigidez de las cadenas de la ley y nos dice: ‘‘Cumple con eso, pero sólo en la medida que te sea posible.’’ Y nos entiende perfectamente bien. Es Nuestro Señor y eso es lo que nos enseña[11]. »

Ésta es otra sarta de sofismas incalificables. Este hombre miente con una naturalidad pasmosa. La moral evangélica, al igual que la moral natural, impone ciertas obligaciones y prohibiciones que son absolutas (adorar a Dios, no matar, no cometer adulterio, etc.), lo cual supone claramente un « o esto o nada » que no admite términos medios y que de ningún modo constituye un mero « ideal » que Dios nos presenta y al cual debemos tender « sólo en la medida » de nuestras posibilidades. Bergoglio busca destruir la objetividad y la obligatoriedad de la ley moral so pretexto de una falsa « misericordia » y de un « acompañamiento » que no es sino una manera encubierta de complicidad. El objetivo que persigue este hombre impío no es otro, en definitiva, que el de abolir la noción misma de pecado.

« Nosotros, todos nosotros, queremos a la madre Tierra porque es quien nos ha dado la vida y nos protege; diría que es también la hermana Tierra, porque nos acompaña en nuestro camino de la existencia. Pero nuestro deber es cuidarla como se cuida una madre o como se cuida a una hermana con responsabilidad, con ternura y con la paz[12]. »  

El Soberano Blasfemador del Vaticano continúa profesando abierta y desvergonzadamente su ideología new age luciferina, naturalista y panteísta, asegurando sin sonrojarse que es la « Madre Tierra » quien nos « da la vida y nos protege »...  

« ¡Protejamos los océanos, que son bienes comunes globales, esenciales por el agua y la variedad de seres vivientes! [13]»

¡Ay, por favor, que me parto al medio de la risa! La sociedad contemporánea rechaza masivamente a Dios y a la Iglesia, practica toda suerte de aberraciones que claman justicia al Cielo (aborto, pornografía, « matrimonio gay », eutanasia, etc.) y « Panchito »  aboga por la protección de los océanos…

Recordemos que hace pocos meses este engañador sin par invitaba al mundo apóstata y anticristiano a realizar nada menos que una « conversión » … ecológica [!!!] :

« La relación entre la pobreza y la fragilidad del planeta requiere otro modo de ejercer la economía y el progreso, concibiendo un nuevo estilo de vida, porque necesitamos una conversión que nos una a todos, liberarnos de la esclavitud del consumismo. Y este mes hago una petición especial : que cuidemos de la Creación recibida como un don que hay que cultivar y proteger para las generaciones futuras, cuidar la Casa Común[14]. »

Veamos ahora a « Papa Francisco » en el papel del militante « abolicionista » de la pena de muerte:
« El mandamiento ‘‘no matarás’’ tiene valor absoluto y abarca tanto a los inocentes como a los culpables. […] No hay que olvidar que el derecho inviolable a la vida, don de Dios, pertenece también al criminal[15]. »

De aquí se deduce con meridiana claridad que tanto Dios en el Antiguo Testamento como posteriormente la Iglesia no respetaron el « derecho inviolable a la vida » de los criminales. Pero es importante no perder de vista que lo único que este hombre busca es engañar. En efecto: Bergoglio miente sin cesar y sin ruborizarse jamás. Esa supuesta inviolabilidad corresponde solamente a los inocentes. Por ejemplo, a los niños masacrados en el vientre materno por el aborto, ese crímen abominable contra el que « Papa Francisco » no mueve nunca un dedo ni dijo una palabra al respecto en sus discursos ante los parlamentos europeo y estadounidense.

Una simple estadística esclarecedora. Número de penas capitales en USA el año pasado: 28. Número de abortos: 1.200.000. Unión Europea: 910.000 abortos, ninguna pena capital. Pero la « prioridad » para Bergoglio es defender a los asesinos y a los violadores, visiblemente la vida de los niños inocentes lo tiene sin cuidado…

Por otro lado, siempre se ha interpretado el quinto mandamiento como la prohibición del asesinato, es decir, « no matarás » al inocente. Nadie considera inmoral, por ejemplo, matar en defensa propia, que un soldado lo haga en el transcurso de una batalla o un policía en un enfrentamiento con maleantes. Lo cual prueba fehacientemente que el pretendido « derecho inviolable a la vida » es perfectamente infundado. Por otra parte, leemos en la Biblia que Dios instituyó explicitamente la pena capital para castigar el homicidio cuando dijo a Noé:

« El que derrame sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada » (Gn. 9, 6).

Pero no solamente ordenó Dios que la pena de muerte fuese aplicada por los hombres, sino que El mismo la ejecutó interviniendo directamente en varias ocasiones contra poblaciones corrompidas, los ejemplos de Sodoma y Gomorra, universalmente conocidos, bastan para probarlo. Sin mencionar el diluvio universal, por el cual Dios decidió exterminar a toda la humanidad deparavada, con la única excepción de Noé y su familia, a quien se lo comunicó en estos términos:

« He decidido acabar con todos los mortales, porque la tierra se ha llenado de violencia a causa de ellos. Por eso los voy a destruir junto con la tierra. » (Gn. 6, 13).

En la legislación mosaica varios crímenes eran pasibles de condena a muerte (adulterio, incesto, idolatría etc.). En el Nuevo Testamento San Pablo confirma la legitimidad de la pena capital, al igual que su orígen divino, al referirse al pecado de sodomía :

« Igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío. Y como no tuvieron a bien guardar el verdadero conocimiento de Dios, entrególos Dios a su mente insensata, para que hicieran lo que no conviene: […]  los cuales, aunque conocedores del veredicto de Dios que declara dignos de muerte a los que tales cosas practican, no solamente las practican, sino que aprueban a los que las cometen.» (Rom. 1, 27-28/32)

Salta a la vista que con su condena de la pena de muerte Bergoglio contradice formalmente la revelación divina, lo cual no es por cierto ninguna novedad. No obstante, en este caso preciso su herejía se ve notoriamente agravada por la blasfemia implícita que contiene, ya que si el derecho a la vida fuese « inviolable », Dios sería, siguiendo la falaz lógica bergogliana, un monstruoso asesino. Y la Iglesia igualmente, ya que ella promovió las Cruzadas e instituyó el Tribunal de la Inquisición. De hecho, si sacamos las consecuencias objetivas de sus palabras, Bergoglio está dando a entender que el Dios bíblico, tanto el del Antiguo como el del Nuevo Testamento, es un ser cruel y malvado. Esto es, en definitiva, lo que enseña subrepticiamente « Papa Francisco », el supuesto « Vicario de Jesucristo » en la tierra. El sienta las premisas, otros se ocuparán luego de sacar las correspondientes conclusiones, las cuales caen de su peso.

Esto es algo sencillamente diabólico. Y es humanamente desesperante que tras haber pasado más de tres años sembrando el mal y la confusión de manera sistemática la inmensa mayoría de los católicos siga llamando a este auténtico agente del infierno « Su Santidad », « Santo Padre » o « Papa Francisco », títulos que su sacrílego e impío modus operandi desmiente categóricamente día a día, dignidad eclesiástica espuria en la cual estriba precisamente su inmenso poder de destrucción…

                                                                                                                                               
Para mayor información acerca de Jorge Mario Bergoglio, alias « Papa Francisco » :

Datos sobre los lugares de venta en Argentina de 
«Tres años con Francisco. La impostura bergogliana», 
accesibles en este enlace.




[8] Discorso all'apertura del convegno ecclesiale della diocesi di Roma: https://www.youtube.com/watch?v=jQ5h2efV0a4 (01:20:27 a 01:20:42)

jueves, 23 de junio de 2016

EL EQUINOCCIO Y LAS BOMBAS




En el finisterre platense, en las latitudes que parieron a Bergoglio, corre por estos días el equinoccio (esto es, según lo delata fácilmente el término, aquel tiempo en el que la noche se hace equivalente al día en su duración o, lo que es lo mismo, el de la máxima expansión de las sombras). En lo que toca a la Iglesia, y muy específicamente en el solio petrino, hace rato que las tinieblas ocupan mucho más espacio que la luz, tanto que cuando Francisco adereza sus malsonantes prédicas con palabras que consuenan con el Magisterio, éstas resultan degradadas, reducidas a clichés, a lugares comunes. O son raptadas para su ulterior mala utilización, y aun desnervadas y manchadas de grasa. Pues aun en los momentos en los que parece hacer precario equilibrio en la ortodoxia, Bergoglio expone el Evangelio al modo con el que Pilatos exhibió al Ecce homo: maltratado y escarnecido. Lo que no impide que, como impulsada por una infalible moción, ése sea el momento en que la plebe neocon le paga con gusto su tributo de adhesión, alabándole al deslenguado la presunta continuidad con lo que la Iglesia enseñó siempre.

El juego ya lo conocemos hasta el hartazgo: Bergoglio agradece el crédito que tan cándidamente se le otorga, y entonces baraja y da de nuevo. Y lanza al punto una retahíla de nuevas inauditas blasfemias capaces de ruborizar a las columnas de Bernini y a las ciento cuarenta esculturas de la plaza de San Pedro. A modo de ejemplo, una de las proferidas en el giro de tres o cuatro días:
«Cuando vamos a confesarnos, por ejemplo, no es que decimos el pecado y Dios nos perdona. No, ¡no es esto! Nosotros encontramos a Jesucristo y le decimos: 'Esto es tuyo y yo te hago pecado otra vez'. Y a Él le gusta eso, porque ha sido su misión: hacerse pecado por nosotros, para liberarnos [...] ¡Mis pecados están allá, en su Cuerpo, en su Alma! Esto es de locos, pero es bello, ¡es la verdad!».
Para no detenernos en la figura de Cristo en el episodio de la adúltera, en que el Señor habría estado haciéndose «un poco el bobo» y «faltando a la moral». Pues «la lógica del Evangelio [supone] ensuciarse las manos como Jesús, que no estaba limpio, e iba a la gente y la tomaba como era, no como tenía que ser». Ni faltó una novedosa teología de los matrimonios sacramentales, la mayor parte de los cuales serían nulos por defecto de conciencia de los contrayentes, mientras que en algunas convivencias concubinarias obraría, sí, la gracia sacramental.

Por todo esto, y por sus abundantes credenciales en estos tres años de escándalos sin solución de continuidad, le creemos a pies juntillas cuando -también recientemente- afirma que
«en muchas ocasiones me he encontrado a mí mismo en una crisis de fe. Algunas veces he cuestionado a Jesús y he dudado». 
(Esto dicho, como es obvio, recomendándose a sí mismo, pues de lo que se trata es de que a los cristianos que «no han experimentado una crisis de fe les falta algo».)

Con razón Antonio Socci, quien reporta algunas de las espantosas afirmaciones citadas más arriba, señala la confusión de Bergoglio al evocar cierto capitel de la catedral de Vézelay en el que se representa a
Judas ahorcado con la lengua fuera y a su cuerpo inerte llevado sobre los hombros por una figura que Francisco identifica con Jesús, el Buen Pastor -pretendiendo que el traidor se habría salvado a instancias de la más latitudinaria de las misericordias-, mientras que otros, en conformidad con el común sentir, afirman se trataría del demonio (cosa que puede a su vez apoyarse en el eufemismo usado en Act 1,25, donde se habla del ministerio y el apostolado dejado por Judas «para irse a su lugar»). Puede recordarse, a los fines de advertir acerca de esta confusión de tufo gnóstico y blasfemo entre el bien y el mal, entre el Redentor y Satanás, que no hace mucho Francisco osó referirse a Cristo como a «serpiente».

Junto con la alusión al equinoccio, conviene admitir un fenómeno eminentemente moderno que puede servir para elucidar algo del carácter de este pontificado, de las condiciones de su increíble actualización. Se trata del hecho indiscutible de que, desde la Revolución industrial y a instancias de la rumorización creciente de la vida, de las labores y de los ocios, a la par de la concupiscentia oculorum cunde en el mundo la sordera progresiva. Quizás no haya sido muy abundantemente señalado, pero bien pudiera tenerse a este embotamiento de la audición como soporte físico de la apostasía: al fin de cuentas, si la fe viene por el oído (fides ex auditu), nada será más eficaz -en el orden meramente físico- que atrofiar este sentido para impedir la transmisión de la fe. Memorable es, a este propósito, el testimonio de un combatiente de la 1ª Guerra Mundial que León Bloy anotó en su diario, en fecha 28 de marzo de 1916:
¿Qué hemos visto nosotros, cada uno de nosotros? Nada o mucho: un tornado horrísono en el cual se ha ido apenas un minúsculo gesto [...] Durante esos cuatro siglos [por «días»], ¡cuántas toneladas de acero, cuántas toneladas de metralla pasaron sobre nuestras cabezas! Tiraban los nuestros y tiraban los otros, de todos los calibres. ¿Recordáis que antes se conocían los proyectiles por el silbido o por el estruendo? ¡Y bien! Allá no, ¡imposible! Aquello no era ya una sucesión de estampidos, era un caos uniforme, sin variaciones, absorbente, agobiador, hasta el punto de no saberse si se vivía aún, si el cerebro era capaz de concebir, de hacer otra cosa que registrar ese incesante clamor de muerte...
Se dirá que esta descripción pertenece a la guerra y no a la vida diaria: pertenece a la guerra, sí, pero a la guerra moderna, pertrechada por la gran industria, que a su vez levanta rascacielos, produce automóviles a raudales e impulsa el comercio a gran escala. Sin merma de que la Babilonia del Apocalipsis (18, 22) cuenta dentro de sus muros con «citaristas, músicos, flautistas y trompeteros», son los motores en incesante marcha los que conforman el sonido ambiental de nuestra civilización. Que exige detonaciones para que la gente preste alguna atención. Y allí interviene Francisco, en la Iglesia que desde el último concilio ha sido configurada a imagen del mundo. No sabemos si sus siempre ofensivas expresiones corresponden a otras tantas bombas que él se sirve arrojar para desplazar el eje terrestre o si son, por el contrario, todo lo que este sujeto puede espontáneamente proferir, ebrio por la abismal inadecuación de su persona con su cargo. Pero son, seguro, el colmo de la fealdad comunicable por vía auditiva, el non plus ultra de la apostasía condensada en elocuentes fórmulas. Son, como ya resulta obvio descifrar, un castigo y una prueba.

jueves, 16 de junio de 2016

A BEBER SU PROPIA MEDICINA

En esta pesadilla de gángsters en que viene a zozobrar el relato kirchnerista, con un funcionario de primera línea lanzando sus bolsos con millones de dólares termosellados por encima de la tapia de un convento amigo, Francisco queda inevitablemente salpicado. No sólo por haber degradado durante estos tres últimos años el ministerio petrino al comportarse, entre otras zafiedades, como un vulgar propagandista del reciente criminal gobierno de su país, sino por el papel que le cupo al mando de la Iglesia argentina durante aquellos años de desfalco a titánica escala. En efecto, si la obra pública fue el inverecundo ítem, la matriz de los más caudalosos latrocinios de que se tenga memoria en nuestras esquilmadas latitudes, Bergoglio coincidía en ser el arzobispo de Buenos Aires y cardenal primado de la Argentina justo en los años en que el Estado nacional se servía financiar la costosa restauración de la iglesia de San Ignacio, en pleno centro porteño, y la basílica de Luján.

Raros estos contubernios entre la Iglesia y el Estado en tiempos en que el laicismo ya lo invadió todo, cuando la doctrina católica ya no inspira a las leyes ni es objeto de la menor atención por parte de los políticos en sus impíos programas de rigor. Entente que se perpetúa en la noche misma de la fuga, cuando de enterrar dólares se trata en el jardín de unas ancianas monjitas. Como en los llamados «siglos de hierro», pero con el aditamento poco agradable de una jerga marxistizante, tenemos ahora una Jerarquía ávida de acumular poder a cualquier precio, enroscada con los poderes mundanos en los asuntos menos inocentes.

Ahora quizás se comprende -o, al menos, se conjetura con alguna aproximación- porqué Bergoglio, siempre tan celoso de la oportunidad y tan ágil para las adaptaciones de última hora, sigue tan atado a los figurines de un gobierno ya concluso, porqué se obstina en apoyar una causa perdida. Peor para esta ralea de politicastros, si es cierto -como parece- que el favor de Francisco pronto se trueca en calamidades. Puede dar fe de ello, entre muchos otros de una larga lista, el presidente ecuatoriano: no terminaba de estrecharle la mano al pontífice en la Santa Sede el pasado mes de abril cuando su nación empezaba a sufrir uno de los terremotos más terribles de su historia.

Se impone, con todo, recordar el alcance del reciente motu proprio francisquista (Come una madre amorevole), en el que se establece una nueva normativa para la destitución de los obispos en los casos en que "a través de negligencia, han cometido u omitido actos que han causado un grave daño a los demás, ya sea con respecto a las personas físicas, o con respecto a la propia comunidad". Pese a que algunos ingenuos quisieron ver en esto el principio de la necesaria depuración de aquellos prelados encubridores de presbíteros incursos en casos de abuso sexual, los más perspicaces reconocieron aquí un paso más en la estalinización de la Iglesia, el camino expedito a una purga de todo aquel elemento sospechoso por refractario a la demolición ordenada en vestes blancas por Bergoglio: bastará con imputarle fácilmente al obispo algún descuido en asuntos de orden patrimonial de la diócesis para así dar con él y con su fama en el fango irremontable. Es de temer que la celeridad -en éste como en otros órdenes del gobierno de la Iglesia- se deba, como reza el Apocalipsis, a que "queda poco tiempo".

Pero a Bergoglio habría que darle a beber su propia medicina, si esto fuera posible. Y reprocharle cuánto su connivencia con los delincuentes que saquearon las arcas de su nación «causa un grave daño a los demás» --pecado de escándalo, que le dicen-- y que es su deber, ya que le gusta descender al llano de la política, dar cuenta de cómo se manejaron los presupuestos de obra pública volcados a templos de su jurisdicción cuando era ordinario de Buenos Aires, para que no se siga maliciando que su amistad con estos hampones se funda en turbios negocios comunes. Bastará traer a colación el caso de quien fuera su inmediato subordinado, el entonces Provicario General de su arquidiócesis monseñor Eduardo García, quien en 2008 les arrebató literalmente un convento a las Hermanas de la Santa Casa de Ejercicios sin que esto le impidiera seguir "haciendo carrera". O el de aquel párroco elevado a la dignidad episcopal por su exclusivo intermedio, luego de que fuera señalado su adulterio con una feligresa a instancias del propio marido injuriado, que pocos meses después de entrevistarse con Bergoglio para pedirle que le hiciera justicia murió de una penosa enfermedad. Memorable es también la apoteosis que le organizó Bergoglio al entonces obispo de Merlo-Moreno, monseñor Bargalló, destituido por haber viajado al Caribe con otra mujer casada a expensas de los fondos de Cáritas, que él mismo y con tal pericia administraba. Ni siquiera el ahora parco Pepe de la Achicoria dejó de referirse al entonces cardenal como a «una plaga de Egipto para la Iglesia argentina, o las siete juntas», en un artículo publicado en setiembre de 2010 y eliminado de la web cuando cambiaron los vientos, pero que otros sitios se ocuparon de archivar por su elocuente valor testimonial. Pues, como se dice allí con entera veracidad, «Bergoglio no ha sido sólo una calamidad para su arzobispado sino que ha extendido su maléfica influencia a toda la nación sobre cuya Iglesia impera para perdición de las almas».

Si no bastara con la ingente cosecha de actos y dichos perniciosos con que cuenta en su haber a lo largo de su tenebroso pontificado, suficiente a solicitar a gritos una saludable remoción, podría aplicarse retroactividad a las normas de su reciente motu proprio y despojarlo en el acto de la dignidad que tuvo en nuestras orillas antes de su impensado y definitivo ascenso. Que vuelva a sus probetas el ambicioso perito químico, y que la Iglesia se vea libre de las aguas de sangre, de la invasión de ranas, de los piojos, de las moscas, de las pestes y las úlceras, del granizo, las langostas, las tinieblas y la muerte de sus hijos.

martes, 14 de junio de 2016

HAMPONES BENDECIDOS POR FRANCISCO

Como en un western spaghetti, los argentinos acabamos de asistir a la tragicómica detención de uno de los hombres fuertes de la nauseabunda era kirchnerista. José López, el ex-secretario de Obras Públicas durante los tres mandatos K, quien tuvo en la palma de su mano a todos los contratistas de obra pública del país durante aquellos doce dadivosos años, fue apresado, pala y fusil en mano, cuando, amparado por las sombras de la noche, intentaba enterrar más de ocho millones de dólares en el patio de un convento de monjas en General Rodríguez (Buenos Aires). Se supo que en un primer momento, luego de lanzar sus bolsos llenos de verdes fajos por encima de la medianera del instituto religioso, intentó sin éxito sobornar a los policías que lo abordaron, para seguidamente acusarlos con las dos escasas monjas de la congregación (entre ellas la superiora, de 94 años) de querer robarle el dinero que él traía a esas altas horas en donación. Realmente inaudito, sin antecedentes de su clase (más detalles, aquí).

En esta película, se sabe, la nota far west la aportan los funcionarios y testaferros K, ladrones consumados del primero al último, gentuza de refinada aptitud para convertir el erario público en patrimonio personal. Lo de spaghetti, en todo caso, corre por cuenta de Bergoglio, sea por su ascendencia piamontesa, sea por el cocoliche con que ameniza las mañanas de Santa Marta con sus homilías, a las que les falta en todo caso el indispensable parmigiano. A lo que vamos es a que la estela de la ostentosa, declamada consagración que hizo Francisco del gobierno Kirchner, repetida hasta el fastidio, acaba por proyectarse oportunamente a estos episodios, indisociables de aquel que fue el gobierno más vergonzoso de la historia patria. Esta «infame turba de nocturnas aves» con que Góngora anticipó las loas de Milagros Sala, de Guillermo Moreno, de la Bonafini, sucesivos sonrientes contertulios de Francisco; estos a quienes se aplica muy gráficamente aquel versículo de Juan (3, 19): «los hombres prefirieron las tinieblas a la luz porque sus obras eran malas», son los mimados con elocuencia de gestos y palabras por aquel pontífice que, zaheridor invicto del clericalismo, se lanza abusivamente a la arena de la política-espectáculo como si no tuviese una misión más alta que cumplir. No es la más grosera de las inconsecuencias en las que Bergoglio incurre: el mismo que propuso la arbitraria dialéctica «pecadores sí, corruptos no» -como si el pecado no corrompiera a la naturaleza humana- ofrece su espaldarazo a lo más granado de la corrupción política argentina. El mismo que -repentinamente renacido a lejanos siglos- se muestra capaz de tronar en Sicilia contra la mafia, amenazándola con la excomunión y con el infierno, termina por regocijarse en la compañía de los dirigentes de La Cámpora y por estrecharse en un abrazo con aquel otro millonario maoísta.

Alguna vez se dijo que bastaba la adhesión entusiasta de los clérigos para advertir cuándo un régimen o ideología o partido estaba por ser tirado al basurero de la historia. Ocurrió con el absolutismo borbónico en la Francia del XVIII: los mismos prelados que le expresaron sus efusivos parabienes vieron pronto rodar sus cabezas con la del rey en el cadalso. La presencia de clérigos en los actos de nuestra independencia política no hizo más que anticipar el prolongado período de nuestras contiendas civiles, con la honrosa excepción del gobierno de Rosas. Y si el régimen que aquellos apoyaban terminó por imponerse, esto no fue precisamente para mayor bien de la nación. No hablemos de la democracia cristiana en Italia y su ominoso final. Es, entonces, muy digno de creerse que la bendición de Francisco al ciclo K aceleró la caída de éste. Que el eco de aquel execrable "cuiden a Cristina" se hizo oír clarito en la nocturna y accidentada excursión de José López, el enterrador de dólares.

jueves, 9 de junio de 2016

LA FALSA PAZ SIN VERDAD DE FRANCISCO

por Alejandro Sosa Laprida 
(texto en PDF aquí)

« La Conferencia Episcopal Argentina, la Acción Católica Argentina y la Comisión Nacional de Justicia y Paz invitan a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a unirse a la iniciativa “un minuto por la paz”. La misma busca sumar nuestro compromiso y oración por la paz, todavía quebrada o amenazada en distintas regiones del mundo. Convocado en todo el mundo por el Foro Internacional de Acción Católica y la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas, la idea es que ese día, a las 13.00 hs, cada uno de nosotros nos detengamos un momento, durante un minuto, rezando cada uno según su propia tradición. Podremos hacerlo solos o en grupo, en nuestros hogares o lugares de trabajo o estudio, o compartiendo una celebración en el templo[1]. »

           ¡Dále: vos rezale a Buda, a Alá o a Krishna y se hará la « paz en el mundo »!

Toda esta gente hace tiempo ya que ha dejado de ser católica. Lo dramático del caso es que ni cuenta se dan. Hay que ser de una ignorancia crasa o de una mala fe a toda prueba para no comprender que no se es cristiano si se considera que cualquier « tradición religiosa » es un camino válido para conocer a Dios y para rendirle el culto que le es debido, que la paz en el mundo puede ser obtenida a través de la « oración » de cualquier religión, por herética, cismática o idólatra que sea. No hace falta poseer ninguna erudición teológica o canónica para saberlo. Cualquier cristiano que tenga un conocimiento básico de su catecismo y que haya leído a San Pablo lo sabe con certeza absoluta.

Me permito recordar que esta situación aberrante no es nueva ni mucho menos. Bergoglio no ha inventado nada. Basta con leer los documentos conciliares Nostra Aetate[2] y Unitatis Redintegratio[3] para comprender donde se encuentra la raíz de los males presentes. Y con considerar su aplicación práctica, a través del herético ecumenismo postconciliar de los últimos cincuenta años, condenado en 1928 por Pío XI en la encíclica Mortalium Animos[4]. Que se piense, por ejemplo, en los múltiples aquelarres interreligiosos  de Asís, convocados por JPII y BXVI, esos supuestos « papas conservadores », que muchos creen oportuno citar como argumento de autoridad para contrarrestar las herejías y las blasfemias a repetición perpetradas por el falsario argentino.

Pero esto es pura ilusión. Los predecesores de Bergoglio profesaban exactamente los mismos errores conciliares referidos al ecumenismo, a la libertad religiosa, a la colegialidad, a la laicidad del Estado, a los falsos « derechos humanos » del hombre sin Dios, a la obtención de la « paz mundial » a través de la práctica interreligiosa y de la acción de las Naciones Unidas, a la falsa eclesiología de Lumen Gentium[5] (la cuestión del subsistit in[6]), etc.

Que en sus textos se puedan encontrar frases ortodoxas que se oponen a los dichos más escandalosos de « Francisco » no significa absolutamente nada: la ambigüedad y la contradicción constituyen la estrategia que deliberadamente siguen los modernistas desde principios del siglo pasado[7]. Es más, se podría refutar a Bergoglio con citas propias. No hay motivo para el asombro. Hoy, más que nunca, hay que releer la encíclica Pascendi, publicada por San Pío X en 1907:

« Y como una táctica de los modernistas (así se les llama vulgarmente, y con mucha razón), táctica, a la verdad, la más insidiosa, consiste en no exponer jamás sus doctrinas de un modo metódico y en su conjunto, sino dándolas en cierto modo por fragmentos y esparcidas acá y allá, lo cual contribuye a que se les juzgue fluctuantes e indecisos en sus ideas, cuando en realidad éstas son perfectamente fijas y consistentes; ante todo, importa presentar en este lugar esas mismas doctrinas en un conjunto, y hacer ver el enlace lógico que las une entre sí, reservándonos indicar después las causas de los errores y prescribir los remedios más adecuados para cortar el mal[8]. »

El accionar de la subversión es harto conocido: hay que efectuar la revolución de las instituciones desde el interior  y, a la vez, tranquilizar a los pusilánimes « conservadores » para evitar el riesgo de que se produzca una reacción verdaderamente eficaz, es decir, contrarrevolucionaria.  Esto es, hay que dar dos pasos hacia adelante y luego uno hacia atrás. Conservar los principios disolventes de 1789 pero disimulándolos con el aparato del Antiguo Régimen. Bonapartismo puro…

Cuando Napoleón fue vencido y enviado al exilio, los principios revolucionarios ya habían sido integrados por todos los códigos civiles europeos. La subsiguiente restauración borbónica en Francia los dejó intactos. El proyecto de la Santa Alianza fracasó lastimosamente, probando que combatir los efectos de la revolución sin remontar a las causas supone una ingenuidad imperdonable. La « reforma de la reforma » y la lectura de Vaticano II « a la luz de la Tradición » (la famosa hermenéutica de la continuidad de BXVI), preconizadas por los « conservadores conciliares », es el equivalente eclesial actual del fallido proyecto de restauración monárquica por el Congreso de Viena de 1815.
Recordemos, para terminar, lo que « Francisco » había dicho respecto al tema en cuestión en su vídeo del mes de enero pasado (cito el artículo Noticias de Roma ocupada[9]):

En camino hacia la futura Religión de la Humanidad que profesará el Anticristo

« El Vídeo del Papa es una iniciativa global desarrollada por la Red Mundial de Oración del Papa (Apostolado de la Oración) para colaborar en la difusión de las intenciones mensuales del Santo Padre sobre los desafíos de la humanidad[10]. »

Francisco prosigue imperturbable su plan luciferino de constituir la religión mundialista del Anticristo[11], sincretista y ecuménica, integrando en ella a todas las « tradiciones religiosas », sin distinción de credo, igualando a Jesucristo con Buda y Mahoma, asegurándonos que todos somos « Hijos de Dios »  y que en materia religiosa basta con creer en el « Amor », al margen de la revelación divina y del magisterio de la Iglesia, según la pseudo religión naturalista concebida por la masonería y profesada desvergonzadamente por este perverso individuo, tan impío como insensato:

« Muchos piensan distinto, sienten distinto, buscan a Dios o encuentran a Dios de diversa manera. En esta multitud, en este abanico de religiones hay una sola certeza que tenemos para todos: todos somos hijos de Dios. »

La « única certeza » para Francisco es que todos somos « Hijos de Dios »

Lo cual es a todas luces una mentira colosal. Podrían citarse innumerables pasajes de la Sagrada Escritura o de documentos del Magisterio de la Iglesia para demostrar el carácter falaz de los dichos bergoglianos[12]. En aras de la brevedad, veamos lo que al respecto nos ha dado a conocer el Espíritu Santo a través del discípulo amado en el prólogo de su Evangelio:

« A los suyos vino, y los suyos no lo recibieron. Mas a todos los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. » (Jn. 1, 11-13)






[1] http://www.episcopado.org/portal/actualidad-cea/oficina-de-prensa/item/1204-un-minuto-por-la-paz.html 

[2] http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_decl_19651028_nostra-aetate_sp.html 

[3] http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_decree_19641121_unitatis-redintegratio_sp.html 

[4] http://tradicioncatolica.es/wp-content/uploads/Jul-Ago081.pdf 

[5] http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19641121_lumen-gentium_sp.html 

[6] « Esta es la única Iglesia de Cristo, que en el Símbolo confesamos como una, santa, católica y apostólica, y que nuestro Salvador, después de su resurrección, encomendó a Pedro para que la apacentara, confiándole a él y a los demás Apóstoles su difusión y gobierno, y la erigió perpetuamente como columna y fundamento de la verdad. Esta Iglesia, establecida y organizada en este mundo como una sociedad, subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él, si bien fuera de su estructura se encuentren muchos elementos de santidad y verdad que, como bienes propios de la Iglesia de Cristo, impelen hacia la unidad católica. » (LG 8) La trampa diabólica consiste en negar la identidad que existe entre Iglesia de Cristo e Iglesia Católica, negación implícita que constituye una herejía notoria.

[7] Al decir esto pienso particularmente en el muy interesante y bien documentado sitio español Denzinger-Bergoglio, tan lúcido en relación a « Francisco », tan ciego, desgraciadamente, en lo que se refiere a los demás « papas » conciliares: https://denzingerbergoglio.com/ 

[8] http://w2.vatican.va/content/pius-x/es/encyclicals/documents/hf_p-x_enc_19070908_pascendi-dominici-gregis.html

[9] http://www.catolicosalerta.com.ar/bergoglio04/noticias_de_roma_ocupada.pdf 

[10] El Video del Papa de enero de 2016 : https://www.youtube.com/watch?v=vdE_09bMMF4

[11] http://catolicosalerta.com.ar/satanismo/el-anticristo-esta-cerca.pdf

[12] Para mayor información acerca de las fechorías perpetradas por « Papa Francisco »: http://www.catolicosalerta.com.ar/noticias06/tres-anios-con-francisco-esta-en-venta.html - http://saint-remi.fr/fr/livres/1436-tres-anos-con-francisco-la-impostura-bergogliana.html