«Et vidi aliam bestiam ascendentem de terra, et habebat cornua duo similia agni, et loquebatur sicut draco» (13, 11),
imagen que resulta aclarada un poco más arriba, cuando dice
«draco ille magnus, serpens antiquus (est)» (12, 9).

Que a la «bestia terrestre» del Apocalipsis, semejante al Cordero, puedan aplicársele aquellas palabras que sus contemporáneos dijeron de Jesús: «nunca nadie ha hablado como este hombre» (Io 7,46), no hace sino reforzar la similitud paródica. Nunca nadie, ningún papa, ha dicho lo que éste en su más reciente entrevista:
«El mal más grave que afecta al mundo en estos años es el paro juvenil y la soledad de los ancianos»
«El proselitismo es una solemne tontería, no tiene sentido. Es necesario conocerse, escucharse y hacer crecer el conocimiento del mundo que nos rodea»
«Cada uno tiene su propia idea del Bien y del Mal y debe elegir seguir el Bien y combatir el Mal como él lo concibe»
«- Santidad, se ha dicho que usted no tiene intención de convertirme y creo que no lo conseguiría.
- Esto no se sabe, pero no tengo ninguna intención»
«Este es el inicio de esa Iglesia con una organización no vertical sino horizontal»
«Yo creo en Dios, no en un Dios católico; no existe un Dios católico»
La retahíla de bergoglemas con que se nos asedia ya sin pausa, ¿acabará por hacernos contraer una patología como aquella de los soldados afectados a la guerra, que a menudo no perciben más la metralla y las detonaciones, de tan oídas? Dios no lo permita. En esta sazón, sufrir es un deber.