jueves, 9 de junio de 2016

LA FALSA PAZ SIN VERDAD DE FRANCISCO

por Alejandro Sosa Laprida 
(texto en PDF aquí)

« La Conferencia Episcopal Argentina, la Acción Católica Argentina y la Comisión Nacional de Justicia y Paz invitan a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a unirse a la iniciativa “un minuto por la paz”. La misma busca sumar nuestro compromiso y oración por la paz, todavía quebrada o amenazada en distintas regiones del mundo. Convocado en todo el mundo por el Foro Internacional de Acción Católica y la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas, la idea es que ese día, a las 13.00 hs, cada uno de nosotros nos detengamos un momento, durante un minuto, rezando cada uno según su propia tradición. Podremos hacerlo solos o en grupo, en nuestros hogares o lugares de trabajo o estudio, o compartiendo una celebración en el templo[1]. »

           ¡Dále: vos rezale a Buda, a Alá o a Krishna y se hará la « paz en el mundo »!

Toda esta gente hace tiempo ya que ha dejado de ser católica. Lo dramático del caso es que ni cuenta se dan. Hay que ser de una ignorancia crasa o de una mala fe a toda prueba para no comprender que no se es cristiano si se considera que cualquier « tradición religiosa » es un camino válido para conocer a Dios y para rendirle el culto que le es debido, que la paz en el mundo puede ser obtenida a través de la « oración » de cualquier religión, por herética, cismática o idólatra que sea. No hace falta poseer ninguna erudición teológica o canónica para saberlo. Cualquier cristiano que tenga un conocimiento básico de su catecismo y que haya leído a San Pablo lo sabe con certeza absoluta.

Me permito recordar que esta situación aberrante no es nueva ni mucho menos. Bergoglio no ha inventado nada. Basta con leer los documentos conciliares Nostra Aetate[2] y Unitatis Redintegratio[3] para comprender donde se encuentra la raíz de los males presentes. Y con considerar su aplicación práctica, a través del herético ecumenismo postconciliar de los últimos cincuenta años, condenado en 1928 por Pío XI en la encíclica Mortalium Animos[4]. Que se piense, por ejemplo, en los múltiples aquelarres interreligiosos  de Asís, convocados por JPII y BXVI, esos supuestos « papas conservadores », que muchos creen oportuno citar como argumento de autoridad para contrarrestar las herejías y las blasfemias a repetición perpetradas por el falsario argentino.

Pero esto es pura ilusión. Los predecesores de Bergoglio profesaban exactamente los mismos errores conciliares referidos al ecumenismo, a la libertad religiosa, a la colegialidad, a la laicidad del Estado, a los falsos « derechos humanos » del hombre sin Dios, a la obtención de la « paz mundial » a través de la práctica interreligiosa y de la acción de las Naciones Unidas, a la falsa eclesiología de Lumen Gentium[5] (la cuestión del subsistit in[6]), etc.

Que en sus textos se puedan encontrar frases ortodoxas que se oponen a los dichos más escandalosos de « Francisco » no significa absolutamente nada: la ambigüedad y la contradicción constituyen la estrategia que deliberadamente siguen los modernistas desde principios del siglo pasado[7]. Es más, se podría refutar a Bergoglio con citas propias. No hay motivo para el asombro. Hoy, más que nunca, hay que releer la encíclica Pascendi, publicada por San Pío X en 1907:

« Y como una táctica de los modernistas (así se les llama vulgarmente, y con mucha razón), táctica, a la verdad, la más insidiosa, consiste en no exponer jamás sus doctrinas de un modo metódico y en su conjunto, sino dándolas en cierto modo por fragmentos y esparcidas acá y allá, lo cual contribuye a que se les juzgue fluctuantes e indecisos en sus ideas, cuando en realidad éstas son perfectamente fijas y consistentes; ante todo, importa presentar en este lugar esas mismas doctrinas en un conjunto, y hacer ver el enlace lógico que las une entre sí, reservándonos indicar después las causas de los errores y prescribir los remedios más adecuados para cortar el mal[8]. »

El accionar de la subversión es harto conocido: hay que efectuar la revolución de las instituciones desde el interior  y, a la vez, tranquilizar a los pusilánimes « conservadores » para evitar el riesgo de que se produzca una reacción verdaderamente eficaz, es decir, contrarrevolucionaria.  Esto es, hay que dar dos pasos hacia adelante y luego uno hacia atrás. Conservar los principios disolventes de 1789 pero disimulándolos con el aparato del Antiguo Régimen. Bonapartismo puro…

Cuando Napoleón fue vencido y enviado al exilio, los principios revolucionarios ya habían sido integrados por todos los códigos civiles europeos. La subsiguiente restauración borbónica en Francia los dejó intactos. El proyecto de la Santa Alianza fracasó lastimosamente, probando que combatir los efectos de la revolución sin remontar a las causas supone una ingenuidad imperdonable. La « reforma de la reforma » y la lectura de Vaticano II « a la luz de la Tradición » (la famosa hermenéutica de la continuidad de BXVI), preconizadas por los « conservadores conciliares », es el equivalente eclesial actual del fallido proyecto de restauración monárquica por el Congreso de Viena de 1815.
Recordemos, para terminar, lo que « Francisco » había dicho respecto al tema en cuestión en su vídeo del mes de enero pasado (cito el artículo Noticias de Roma ocupada[9]):

En camino hacia la futura Religión de la Humanidad que profesará el Anticristo

« El Vídeo del Papa es una iniciativa global desarrollada por la Red Mundial de Oración del Papa (Apostolado de la Oración) para colaborar en la difusión de las intenciones mensuales del Santo Padre sobre los desafíos de la humanidad[10]. »

Francisco prosigue imperturbable su plan luciferino de constituir la religión mundialista del Anticristo[11], sincretista y ecuménica, integrando en ella a todas las « tradiciones religiosas », sin distinción de credo, igualando a Jesucristo con Buda y Mahoma, asegurándonos que todos somos « Hijos de Dios »  y que en materia religiosa basta con creer en el « Amor », al margen de la revelación divina y del magisterio de la Iglesia, según la pseudo religión naturalista concebida por la masonería y profesada desvergonzadamente por este perverso individuo, tan impío como insensato:

« Muchos piensan distinto, sienten distinto, buscan a Dios o encuentran a Dios de diversa manera. En esta multitud, en este abanico de religiones hay una sola certeza que tenemos para todos: todos somos hijos de Dios. »

La « única certeza » para Francisco es que todos somos « Hijos de Dios »

Lo cual es a todas luces una mentira colosal. Podrían citarse innumerables pasajes de la Sagrada Escritura o de documentos del Magisterio de la Iglesia para demostrar el carácter falaz de los dichos bergoglianos[12]. En aras de la brevedad, veamos lo que al respecto nos ha dado a conocer el Espíritu Santo a través del discípulo amado en el prólogo de su Evangelio:

« A los suyos vino, y los suyos no lo recibieron. Mas a todos los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. » (Jn. 1, 11-13)






[1] http://www.episcopado.org/portal/actualidad-cea/oficina-de-prensa/item/1204-un-minuto-por-la-paz.html 

[2] http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_decl_19651028_nostra-aetate_sp.html 

[3] http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_decree_19641121_unitatis-redintegratio_sp.html 

[4] http://tradicioncatolica.es/wp-content/uploads/Jul-Ago081.pdf 

[5] http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19641121_lumen-gentium_sp.html 

[6] « Esta es la única Iglesia de Cristo, que en el Símbolo confesamos como una, santa, católica y apostólica, y que nuestro Salvador, después de su resurrección, encomendó a Pedro para que la apacentara, confiándole a él y a los demás Apóstoles su difusión y gobierno, y la erigió perpetuamente como columna y fundamento de la verdad. Esta Iglesia, establecida y organizada en este mundo como una sociedad, subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él, si bien fuera de su estructura se encuentren muchos elementos de santidad y verdad que, como bienes propios de la Iglesia de Cristo, impelen hacia la unidad católica. » (LG 8) La trampa diabólica consiste en negar la identidad que existe entre Iglesia de Cristo e Iglesia Católica, negación implícita que constituye una herejía notoria.

[7] Al decir esto pienso particularmente en el muy interesante y bien documentado sitio español Denzinger-Bergoglio, tan lúcido en relación a « Francisco », tan ciego, desgraciadamente, en lo que se refiere a los demás « papas » conciliares: https://denzingerbergoglio.com/ 

[8] http://w2.vatican.va/content/pius-x/es/encyclicals/documents/hf_p-x_enc_19070908_pascendi-dominici-gregis.html

[9] http://www.catolicosalerta.com.ar/bergoglio04/noticias_de_roma_ocupada.pdf 

[10] El Video del Papa de enero de 2016 : https://www.youtube.com/watch?v=vdE_09bMMF4

[11] http://catolicosalerta.com.ar/satanismo/el-anticristo-esta-cerca.pdf

[12] Para mayor información acerca de las fechorías perpetradas por « Papa Francisco »: http://www.catolicosalerta.com.ar/noticias06/tres-anios-con-francisco-esta-en-venta.html - http://saint-remi.fr/fr/livres/1436-tres-anos-con-francisco-la-impostura-bergogliana.html