Se sentía uno obligado a escribir dos o tres líneas acerca de la noticia que circuló por estas horas por varios medios eclesiásticos y profanos, a saber: la remoción del arzobispo de Rosario (Argentina), José Luis Mollaghan, y su traslado a una subalterna oficina curial de Roma, con atribuciones no muy del todo específicas. Y es que quien escribe estas líneas justamente vive, para mayor apremio de la pluma, en jurisdicción de aquella misma arquidiócesis gobernada por el saliente prelado.
Sandro Magister sitúa a Mollaghan entre los hombres de Iglesia más tenazmente opositores a Bergoglio ya desde los tiempos en que éste era el arzobispo porteño, y esto a causa de «no defender la verdadera doctrina, hacer gestos pastorales demasiado audaces y de ser connivente con el gobierno». Francamente no nos consta que haya habido tal oposición ni por tales motivos; sabrá Magister a qué fuentes recurre, aunque una interpretación similar ya venía siendo ventilada desde hace meses por otros medios. Clarín, por ejemplo, titulaba tiempo atrás una nota, a propósito de los rumores de alejamiento de Mollaghan, «La lenta agonía de los obispos conservadores», precisando que el carácter -a una rencoroso y solapado- del actual Pontífice hace que «a sus enemigos los vaya cocinando a fuego lento. Ellos están esperando que golpee de frente. Pero Bergoglio cree que no hay nada peor que decirles que se quedan ... pero que nunca sepan hasta cuándo».
Siendo muy módica la apreciación que nos merecen nuestros pastores en los días que corren, a lo sumo debemos darnos por contentos de que un obispo no ventile heterodoxias flagrantes, no ande enredado en indecoroso trato con los enemigos de la Cruz ni sea reo del vicio nefando. A Dios gracias, Mollagham se retira libre de estos ominosos cargos. Lo que no impide hacer la constatación de rigor en nuestros días: si la sucesión apostólica ha de permanecer vigente hasta la Parusía, según queda implícito en la promesa del Señor (Mt 28,20) y según lo creyó siempre la Iglesia, la estirpe espiritual que vincula a los Apóstoles, a través de las edades, con un Ignacio de Antioquía, con Atanasio, con Alfonso María de Ligorio y con Fulton Sheen, por espigar algunos preclaros nombres, parece haberse cortado trágicamente en los últimos años. No es descubrir América (mérito que le cabe, en todo caso, a Marco Polo) decir que nuestros obispos no son maestros de la fe ni audaces defensores de la Verdad contra todos sus miserables opugnadores públicos.
Parece que la ojeriza de Francisco para con Mollaghan viene de largo, y por asuntos más bien personales y aun pedestres. Y que se la tenía jurada. Razón por la que el arzobispo de Rosario tuvo que soportar, entre los pasados meses de noviembre y diciembre, la -con eufemismo llamada- «visita fraterna» de mons. Arancibia, comisionado por Roma para investigar sobre presuntas irregularidades administrativas en la arquidiócesis rosarina. Se sabe de un agujero financiero dejado en su parroquia por un sacerdote de Arroyo Seco (30 km. al sur de Rosario) antes de colgar éste definitivamente los hábitos por enredarse en unas faldas, pero casos similares de desfalco o simple mala administración no han motivado idéntica premura investigativa en otras jurisdicciones. Sin desviar nuestra atención del celo de Bergoglio por la austeridad de los hábitos de sus subordinados, habrá que recordar que mientras éste fue el jefe de la Iglesia en la Argentina, mons. Zecca, entonces rector de la UCA, dejó a la institución con una deuda equivalente a veinte millones de dólares sin ser llamado a responder nunca por ello; y que el propio mons. Bargalló, sin merma de su condición de presidente de Cáritas, fue hallado in fraganti refocilándose en las aguas del Caribe con una amiga. Y si bien de los dineros empleados para tal fin nunca fue bien esclarecida la procedencia, no habrá que llamar a Sherlock Holmes para sospecharles una posible atribución. Todos recordamos, además, que fue el mismísimo cardenal Bergoglio -en misa celebrada en honor del suspendido Bargalló unos pocos días después del escándalo- quien encabezó una tan improvisada como indecorosa apothéosis del bribón.
No; no creemos se deba aducir como causa de este desplazamiento una presumible enemistad por asuntos de doctrina y de opciones pastorales, ni las iras papales por el quebranto económico de una parroquia de pueblo. La respuesta, aunque no exhaustiva, la hemos hallado casualmente en un sitio italiano que reporta la noticia tomada directamente de Magister, en comentario posteado al pie por un lector argentino. Es ésta:
Pero la connotación saliente, lo que no podíamos dejar de reproducir, es el reproche que este lector argentino, por el sólo hecho de ser connacional de Bergoglio, le mereció a otro comentador italiano (que suponemos ser un mismo sujeto que publica dos sucesivos comentarios). El mecanismo es comprensible. A quién no le viene en mente a veces, en viendo la sobreabundancia de basura que ofrece el mercado editorial, el llamar a Gutemberg a pleito. Lo mismo pasa acá, con no menor razón. El caso es que el italiano, sin conocer ni jota de nuestra lengua, intentó recriminarle al otro en castellano. Puedo asegurar que lloré de la risa al leer esto: el cocoliche es una de mis debilidades; el efecto humorístico que alcanza es, en ocasiones, demoledor. En nuestro caso el resultado, que ni es castellano ni cocoliche siquiera, tiene tal potencia epigramática que podría ser desenterrado dentro de muchos siglos como testimonio histórico del desconcierto en que nos vemos hoy sumergidos. Acá va:
Mons. José Luis Mollagham |
Siendo muy módica la apreciación que nos merecen nuestros pastores en los días que corren, a lo sumo debemos darnos por contentos de que un obispo no ventile heterodoxias flagrantes, no ande enredado en indecoroso trato con los enemigos de la Cruz ni sea reo del vicio nefando. A Dios gracias, Mollagham se retira libre de estos ominosos cargos. Lo que no impide hacer la constatación de rigor en nuestros días: si la sucesión apostólica ha de permanecer vigente hasta la Parusía, según queda implícito en la promesa del Señor (Mt 28,20) y según lo creyó siempre la Iglesia, la estirpe espiritual que vincula a los Apóstoles, a través de las edades, con un Ignacio de Antioquía, con Atanasio, con Alfonso María de Ligorio y con Fulton Sheen, por espigar algunos preclaros nombres, parece haberse cortado trágicamente en los últimos años. No es descubrir América (mérito que le cabe, en todo caso, a Marco Polo) decir que nuestros obispos no son maestros de la fe ni audaces defensores de la Verdad contra todos sus miserables opugnadores públicos.
Parece que la ojeriza de Francisco para con Mollaghan viene de largo, y por asuntos más bien personales y aun pedestres. Y que se la tenía jurada. Razón por la que el arzobispo de Rosario tuvo que soportar, entre los pasados meses de noviembre y diciembre, la -con eufemismo llamada- «visita fraterna» de mons. Arancibia, comisionado por Roma para investigar sobre presuntas irregularidades administrativas en la arquidiócesis rosarina. Se sabe de un agujero financiero dejado en su parroquia por un sacerdote de Arroyo Seco (30 km. al sur de Rosario) antes de colgar éste definitivamente los hábitos por enredarse en unas faldas, pero casos similares de desfalco o simple mala administración no han motivado idéntica premura investigativa en otras jurisdicciones. Sin desviar nuestra atención del celo de Bergoglio por la austeridad de los hábitos de sus subordinados, habrá que recordar que mientras éste fue el jefe de la Iglesia en la Argentina, mons. Zecca, entonces rector de la UCA, dejó a la institución con una deuda equivalente a veinte millones de dólares sin ser llamado a responder nunca por ello; y que el propio mons. Bargalló, sin merma de su condición de presidente de Cáritas, fue hallado in fraganti refocilándose en las aguas del Caribe con una amiga. Y si bien de los dineros empleados para tal fin nunca fue bien esclarecida la procedencia, no habrá que llamar a Sherlock Holmes para sospecharles una posible atribución. Todos recordamos, además, que fue el mismísimo cardenal Bergoglio -en misa celebrada en honor del suspendido Bargalló unos pocos días después del escándalo- quien encabezó una tan improvisada como indecorosa apothéosis del bribón.
No; no creemos se deba aducir como causa de este desplazamiento una presumible enemistad por asuntos de doctrina y de opciones pastorales, ni las iras papales por el quebranto económico de una parroquia de pueblo. La respuesta, aunque no exhaustiva, la hemos hallado casualmente en un sitio italiano que reporta la noticia tomada directamente de Magister, en comentario posteado al pie por un lector argentino. Es ésta:
Candidus19 maggio 2014 21:31
Mollaghan conoce mucho del pasado de Bergoglio. Cuando el Papa fue nombrado Vicario General de Buenos Aires, Mollaghan era Pro Vicario de Curia.
Las diferencias no son doctrinales, como dice el artículo, sino personales.
Mollaghan es un hombre muy inestable psicológicamente que conoce cosas de Papa Bergoglio muy de cerca.
Los obispos argentinos, salvo los de linea directísima, no están nada contentos con este Pontífice, más allá de las ineludibles declaraciones a la prensa.
Todos los conocen muy bien.
Saludos desde Argentina
Las diferencias no son doctrinales, como dice el artículo, sino personales.
Mollaghan es un hombre muy inestable psicológicamente que conoce cosas de Papa Bergoglio muy de cerca.
Los obispos argentinos, salvo los de linea directísima, no están nada contentos con este Pontífice, más allá de las ineludibles declaraciones a la prensa.
Todos los conocen muy bien.
Saludos desde Argentina
Pero la connotación saliente, lo que no podíamos dejar de reproducir, es el reproche que este lector argentino, por el sólo hecho de ser connacional de Bergoglio, le mereció a otro comentador italiano (que suponemos ser un mismo sujeto que publica dos sucesivos comentarios). El mecanismo es comprensible. A quién no le viene en mente a veces, en viendo la sobreabundancia de basura que ofrece el mercado editorial, el llamar a Gutemberg a pleito. Lo mismo pasa acá, con no menor razón. El caso es que el italiano, sin conocer ni jota de nuestra lengua, intentó recriminarle al otro en castellano. Puedo asegurar que lloré de la risa al leer esto: el cocoliche es una de mis debilidades; el efecto humorístico que alcanza es, en ocasiones, demoledor. En nuestro caso el resultado, que ni es castellano ni cocoliche siquiera, tiene tal potencia epigramática que podría ser desenterrado dentro de muchos siglos como testimonio histórico del desconcierto en que nos vemos hoy sumergidos. Acá va:
Anonimo19 maggio 2014 23:58
Non es da far Papa un cavron de la pampas.
Pontifice has to es italiano puro sangero.
Que lastima.
Saludos desde Italia.
Pontifice has to es italiano puro sangero.
Que lastima.
Saludos desde Italia.
Anonimo20 maggio 2014 00:06
La veridad es que vos otros argentinos ci aves rifilatos una mierda heretica
♦♦♦
NOTA FILOLÓGICA:
En la fallida intención imitativa del castellano, quizás no esté de más traducir o interpretar estas palabras y giros poco inteligibles: del primer mensaje, «non es da far»= no es para hacer; «has to es»= debe ser; «puro sangero»= pura sangre. Del segundo mensaje, «ci aves rifilatos»= nos habéis endosado.
Ese es el error de visión, cambien las lentes europeítos, nosotros los argentinos no les endosamos a ese cabrón (que no de las pampas sino surgido de los colaboracionistas comunistas papas posconciliares) sino que el que se los endosó post-mortem fue el nefastísimo woytila.
ResponderEliminarNo siñore! Los arquentinos sono culpábiles de esto enquendro. Echos le dieron de comere, echos le dieron la escuela quesuítica, con echos aprendio a ser mas vivo quel diábolo. Osté débeno pedir perdono a san Polacco.
EliminarJaja los polcos tienen que pedirnos perdón porque ese lo nombró a bergy.
EliminarUn nefasto puso al otro nefasto bah ....para hacerla corta.
En su Infinita Sabiduría, Dios purifico la Iglesia argentina, haciéndola rehén de Bergoglio por mas de 10 años...ahora que se lo banque el mundo.
ResponderEliminar¿Nosotros? ¡Argentinos!
Of corz.
Ma questa cosa di voi. Este no sono argento ni jesuita ni un corno. Esto Papa noi lo ritifaron le cardenale malnacido. Ello son lo culpabile.
ResponderEliminarLa culpabile ne la tene el chancho sino quen la dare de comere.
ResponderEliminarMascalzzone porca miseria, tanos traditores e cobardi que sempre salen rajando cuando sono la guerra!!!. piu parola con il Destruttore Massimo il vescovo di roma, ma fuimos noi que lo bancamos durante largo anni. Sonno fillo da putana.
ResponderEliminarNon habere papa, lo que habere es un pinnochio titere de la massoneria.
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Traducción google desde el cocoliche:
Los italianos que desmemorian de su condición de presurosos escapistas ante situaciones límites, olvidan nuevamente que Bergoglio el Demoledor es un producto del hedor y humo satánico que prosperan en Roma.
Jack the Ripper
Estimado Flavio, lo de la elocuencia de un trapo... clarísimo!.
ResponderEliminar¿y quién eligió obispos a los que luego fueron cardenales mal nacidos?? woiytilinki....
ResponderEliminar¿la foto que tiene por título LA ELOCUENCIA DE UN TRAPO es verdadera o trucada? especialmente me refiero a la remera que dice ¿buffon?
ResponderEliminar¿que es?¿el apellido de un jugador o equipo de fútbol?
¡está genial!
La foto es tan verídica como lo que sugiere. La remera le fue presentada a Francisco por Buffon, el arquero (de allí el nº 1) de un equipo italiano que visitó al Obispo de Roma hace ya varios meses. Mérito del fotógrafo el haber fijado un momento tan expresivo.
EliminarHay imagenes que valen por mil palabras... esto es así, es cierto, pero no todos somos capaces de ver lo evidente, por sencillo..
EliminarSiempre he sostenido que la fé hace creyentes, pero no nos vuelve inteligentes. La inteligencia es un don de Dios que necesita de la correspondencia del hombre, (quiero decir del hombre o de la hombra, que ahora hay que andar con mucho tacto, por lo del género). Así para leer y ver lo evidente, no basta con ser creyentes, hay que ser inteligentes, a imagen de Dios...
¿Que infinita sabiduría? bergoglio no viene de Dios sino del comunismo que la Virgen de Fátima dijo que esparciría sus errores si no se hacía la consagración.
ResponderEliminarDios tolera a los malvados para que su actividad santifique a los buenos, Don Anónimo.
ResponderEliminarhttp://youtu.be/V8VmvuXhSPU
EliminarAquí tiene algunos datitos para sopesar don Matías.
No es asi para nada, Gramuglia. No en este caso. Que duros de entendederas con esto, que manera de jugarle en contra al mensaje de Fátima por no profundizar el tema. La consagración, señor Gramuglia, es un DESIGNIO del PADRE CELESTIAL, no una idea mía.
ResponderEliminarPero los obsecados se empeñan en no enterarse y en Roma se empeñan en tapar con mucha tierra el tema.
A mas tardar debía hacerse en los sesenta antes del concilio, para que venga el Reino del Inmaculado Corazón de María que luego traería el Reinado del Sagrado Corazón de Jesús.