No digamos cuánto cunde esta demencia en la Iglesia, donde el post-concilio trajo una marea de movimientos (carismáticos, neo-pentecostales, focolarinos, etc.) difícilmente reconducibles a la nota de unidad que adorna a la Iglesia desde su fundación. Doctrinas nuevas que anulan la perenne, praxis aberrantes, anarquía, en suma, que agravan el daño ya suficientemente acarreado por el extendido modernismo. Pues bien, una de estas locas floraciones de la crisis puede hallarse en una página digital cuyo nombre hemos afortunadamente olvidado, que cuenta con un favicono o emblema consistente en un corazón más bien del tipo de los que promocionan casas de citas (o "de tolerancia") que de un sitio católico. La tónica de la página en cuestión está dada por el ataque a Francisco desde un emotivismo pre-racional, desde el erizamiento epidérmico, que no desde la razón y la fe, capaces de alentar rechazos mejor fundados. Y el ataque lo extienden a todos aquellos que, no disponiendo (como ellos mismos no disponen) de potestad para juzgar a la Sede Apostólica, siguen llamando Papa a Francisco, pese a las justas y aceradas críticas que al mismo le mueven. Se basan en supuestas revelaciones privadas, de las que exigen poco más o menos el mismo asentimiento que debemos a las dos fuentes de la Revelación y, no obtenido este asentimiento de parte de sus ocasionales adversarios, pasan a ejecutar un ataque como de toro enceguecido contra los mismos, no aceptando la comparecencia de ninguna razón y confundiendo su patente ignorancia con la fuerza argumentativa de la que carecen.
En su locura, se obstinan en desconocer a Bergoglio como al producto de una prolongada crisis de la que fueron en buena parte responsables sus predecesores en el Solio, como si aquél hubiera sido consagrado obispo, creado cardenal y electo papa ex nihilo. El más cerril de los sedevacantistas resulta, así, infinitamente más coherente y sensato que estos nenes caprichosos. Es su papolatría, de sabor claramente herético, la que los hace confundir infalibilidad con impecabilidad: al presentárseles el problema de un papa visiblemente repleto de lunares y caídas, simplemente lo desconocen. En realidad, la anomalía de la situación actual y las diversas irregularidades en la elección de Francisco, que urgen a cualquiera a plantearse prudentes dudas sobre la validez de la misma, ellos las resuelven por el atajo del voluntarismo más agresivo.
Por estos días uno de los ejemplares salidos de ese hervidero, verdadera harpía de la blogósfera, se lanzó, en la casilla de comentarios de una página vecina, a atacar con temeraria saña a la memoria de monseñor Lefebvre. Y de paso, demostrando su afán de tirarle a todo lo que se mueve y emulando muy de lejos a los héroes homéricos, la emprendió -a causa del solo Bergoglio- contra una entera nación. No quisiéramos gastar ni un gramo de tinta en estos que asimilan la noción de «converso» a la del desquiciado sin más, pero tampoco queremos dejar de prestar nuestro humilde espacio al gentil colaborador que nos envía su aporte en verso para escarmiento de estas fieras. Por razones del todo pertinentes, el autor quiso firmar sus coplas con el nombre de un personaje del Quijote (señalado en sus páginas como "embustero y grandísimo maleador"), a quien se supone antepasado de la destinataria de sus versos. Cabe reconocerle, de paso, a nuestro espontáneo vate, aquellas dos bondades de las que carecen notoriamente sus adversarios: espíritu de indulgencia (coloca a la protagonista de sus versos en el purgatorio) y humor.
COPLILLAS A UNA MEMA
por Ginés de Pasamonte
(Filomema llega al purgatorio, donde la reciben los santos papas Juan XXIII, Juan Pablo II, y el beato Pablo VI. Éstos, a causa de su reprensible desempeño al timón de la Barca de Pedro, se ven obligados a remar como galeotes hasta la Parusía, a bordo de un trirreme. A Filomema, por no haber sabido refrenar la lengua en esta vida -y por no haberse avenido a revocar los previos desafueros de su lengua, a la que no osaba contradecir, que en ella tenía vida propia- se le impone la pena de remar en compañía de los pontífices, pero no con los remos sino con la lengua. Éste es el coloquio entre la misma y Juan Pablo II)
- Rema, rema
Filomema.
Rema, y no te aflija tanto
no avistar la costa cerca,
pues acá es pagar remando
hasta la última moneda.
Y, bien visto, no es tan caro
el rescate a tus tonteras.
Rema, rema
Filomema.
Con el músculo que urgías
tan sonoras desvergüenzas,
mece el mar y sus ardores,
refrigerio dale, y cuenta
hasta cien antes de herir
el buen aire con vilezas.
Rema, rema
Filomema.
- Pues, ¿qué, Santo Padre? Fuisteis
tan honrado por mí, cierta
de vivir disimulando
vuestros yerros en la tierra,
y sólo apunté a Francisco,
encubriéndoos con mi lengua.
¿No tendréis de mí piedad?
- Calla, calla, implume necia.
Acreciste mis tormentos
con tus inanes zalemas
que, al resonar de este lado,
dilataban la marea.
Ora cúrvate hacia el agua,
rózala con furia, ¡ea!
Rema, rema
Filomema.
«Mulier taceat in ecclesia»
lo escribió, para que sepas,
el Apóstol, ya previendo
la irrupción de tales hembras
que hablan donde no las llaman,
de lo que ignoran berrean.
Rema, rema
Filomema.
Y Santiago, por ventura,
¿no advirtió sobre la lengua
como de azote sin freno,
de mortal veneno llena?
Lengua de fuego llamóla,
mas no como las que ardieran
en Pentecostés: estotra
asciende de la Gehenna.
Rema, rema
Filomema.
- ¡Santo Padre, que me rindo,
que ya me duele la jeta!
- Más te doliera en el mundo
tu memez, la Filomema.
Y agradece estar a salvo.
Bate y bate con la lengua
sin descanso, hasta que alcances
la decisiva ribera.
Ni el oso hormiguero es dueño
de tan prominente antena,
por cuanto ¡zus! ¡más aprisa!
no cejes en tu tarea.
Más vale entrar mudo al Reino
que conservar esa lengua
y ser arrojado al horno
del llanto y de la blasfemia.
Rema, rema, y no te canses.
Rema, rema
Filomema.
Buenisimo! La insurgente seguro que vendrá a defecar toda su verborrea aca, pero lo mejor será frenarle el carro y ni dejarla opinar. Ella se burla de un santo como Lefebvre, el dia de su justo juicio tendrá que verlo de frente y pesará sobre ella todo su odio y desprecio hacia este gran y valeroso Pastor de la Iglesia.
ResponderEliminar¡Excelente!. Muy merecido se lo tenía ese personaje.
ResponderEliminarEspectador
Muy bueno, si señor, y verguenza que sea española.
ResponderEliminarIsabela.
Mein Glückwunsch für Ihre genaue Antwort und vor allem für Ihre Website. Amigo Flavio Infante no dejar la buena batalla nunca, es buena señal.
ResponderEliminarVielen dank für ihre freundliche Wörter. Habrá que seguir lidiando, nomás.
EliminarComparto los comentarios del anónimo y del espectador. Realmente excelente Dn Flavio. Un abrazo a todos. EL APRENDIZ
ResponderEliminarVaya, vaya con esta musa inspiradora. Bienvenidas sus coplas a la memez, don Flavio.
ResponderEliminarFlavio, hace poco empecé a frecuentar el templo de la FSSPX (siguiendo las recomendaciones de comentaristas acá, cuando pregunté por una iglesia donde celebran la misa tridentina). Conozco poco sobre el tema, pero con base a qué hay gente que acusa a Lefebvre y la FSSPX de "herejes"? Qué dogma ellos (supuestamente) negaron y/o alteraron? A lo sumo les podrían decir "cismáticos", porque creo que consagrar obispos sin la aprobación del papa (que fue lo que generó la excomunión en su momento, y que ya fue levantada por Benedicto XVI) no es "herejía".
ResponderEliminarEs exactamente lo que usted dice: Lefebvre no negó ningún dogma. Consagró cuatro obispos después de años de constatar que Roma elevaba a la dignidad episcopal casi exclusivamente a modernistas, y lo hizo urgido por lo que él llamaba "estado de necesidad", sabiendo las sanciones a las que se exponía. Su decisión puede ser justipreciada, si se paga el debido tributo a la honradez intelectual, a la luz del aterrador desorden de nuestros días.
EliminarNunca, ni aun por el papa que lo sancionó, fue mons. Lefebvre acusado de herejía. El levantamiento de las excomuniones de parte de Benedicto XVI debe ser visto como una rehabilitación. Obstinarse hoy, después de esta última medida que resuelve definitivamente la cuestión, en llamarlos no ya "herejes" sino al menos "cismáticos", debe atribuirse o a ignorancia o a odio a la tradición y a quienes la representan. O a ambas cosas a la vez.
Bueno, ahí se pueden dar cuenta en nombre de quién habla Filomena, porque hay gente que habla en nombre de Dios pero no lo sirven a Él sino al maligno, lo que sale por la boca de esa mujer es dudoso que lo quiera Dios. Por eso es que Juan Pablo II sufre de que sea ella quien lo defienda.
EliminarFelicidades al escritor de COPLILLAS A UNA MEMA, me ha gustado mucho, me he partido de la risa, seguro que a ella le encantará aunque no lo admita. JAJAJAJA
ResponderEliminarAh... qué chica tan más más malvada, no he conocido a nadie como a ella, seguro que ni el Purgatorio la quieren, le ayudarán a remar con tal de sacarla de ahí pronto, y nunca le faltan incautos que crean que es una buena chica, especialmente cuando la atacan con tamaños insultos, hacen creer a quien no la conoce, que es una pobre víctima, se necesita un tiempo para saber que los insultos se le resbalan y se ríe de ellos, porque a ella lo que le gusta es hacer lío, como dice Francis.
Quizás el escritor de las Coplillas de una mema, cree que Filomena es sincera en defender las cosas de Dios, pero yo tengo mis dudas, simplemente por su ataque persistente a Lefevbre, dudaría de ella, y eso de atacar a una nación por un personaje, es una des sus locuras que la desacreditan.
ResponderEliminarBueno que se puede esperar de la hija espiritual del dueño del blog que afortunadamente han olvidado hasta su nombre. Ayer y hoy el teologo de la Filo ha despotricado contra Monseñor Lefebvre y su obra sin pelos en la lengua. Y supongo que la Filo ya le pican los dedos para seguir haciendo leña del arbol caido en ese hervidero.
ResponderEliminarCuál es su problema con Monseñor Lefevbre, si no hay manera de atacarlo, puesto que Filomena reconoce a Benedicto XVI como un gran Papa, por qué no acepta el reconocimiento de Benedicto, en el motu proprio summorum pontificum, si no me desagradara tanto Filo, le hablaría para preguntarle cuál es su problema.
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