Vidi praevaricantes, et tabescebam
quia eloquia tua non custodierunt.
(Ps. 118, 158)
Que una nación con amplia mayoría de bautizados (especialmente, y por razones de edad, entre los legisladores) apruebe con obvia incidencia normativa el masivo despedazamiento de inocentes, es un dato indisociable de la Apostasía -así designada, por antonomasia, en la epístola paulina que nos habla del advenimiento del Adversario. Los prevaricadores que el salmista contemplaba y que le producían asco son ahora los hijos de esa nación antaño cristiana que, como la cerda recién lavada, vuelve a revolcarse en el cieno de las idolatrías más denigrantes. Ni siquiera los "pueblos originarios" cultivaron formas de crueldad tan refinadas.
Que la Universidad, institución de origen católico y medieval concebida para la consecución y enseñanza de la Verdad, prohíje hoy a esas runflas emputecidas que piden aborto mientras éste sea el de los otros («el infierno son los otros», en confesión de J. P. Sartre), obliga a pensar en el carácter benéfico y purificador que podría atribuirse a los tsunamis en ciertas ocasiones.
Que los diputados del régimen cuyo nombre («democracia») evoca el de una meretriz gastada y sin encantos, se hagan ciegos a las evidencias y sordos a los entimemas que exponen el carácter criminal del aborto, dando pábulo a las falacias más risueñas ("derechos de la mujer", "salud pública", etc.), impenetrables a la voz de su propia conciencia, con señalado número de indecisos hasta el final -en explícito testimonio de la venalidad parlamentaria-, demuestra lo inútil de la espera de Martín Fierro por aquel «criollo [que venga] a esta tierra a mandar». El bueno de Anzoátegui veía a este criollo providencial encarnado en un dictador «valiente, honrado y pintón». A cambio, padecemos a un presidente criptojudío con acciones en sociedades offshore.
Monseñor Eduardo Martín, pusilanimidad en envase grande |
Que la porquería de obispos que tenemos no sean capaces de hablar con la sapiencia y el coraje atribuibles a su cargo y, en cambio, como monseñor Martín (ese hombrón de dos metros que se desempeña o, mejor, se despeña como arzobispo de Rosario), se limiten a musitar que la legalización del aborto es, apenas, «un retroceso como sociedad» (suscribiendo, de paso, la pamplina del evolucionismo histórico) trae inmediatamente a la memoria aquella maldición de Apocalipsis, 3, 16: «porque eres tibio, y no eres frío ni caliente, te voy a vomitar de mi boca». Francisco, por supuesto, da la tónica en esta pesadilla, omitiendo involucrarse en un asunto que flagela a su propia patria y adoptando, en cambio, en las contadísimas ocasiones en que le arrancan algún juicio desleído, la nomenclatura de los ideólogos de la muerte, trocando «aborto» por una eufemística y mendaz «interrupción del embarazo».
Sí, al considerar la colusión de la sociedad religiosa con la sociedad política -ambas entrañablemente corrompidas- en la consagración de este portento de abominación y cobardía que es el aborto, viene a las mientes aquel otro pasaje del Apocalipsis que trata de esa simuladora llamada Jezabel (2, 20), que «enseña y seduce a mis servidores hasta hacerles fornicar y comer las carnes inmoladas a los ídolos», artes bien conocidas por los nicolaítas (2, 15), que representan al clero laxo. Son las «profundidades de Satanás» (2, 24), de las cuales nos mantendremos a salvo permaneciendo firmes en la fe hasta el fin, «hasta que Yo vaya» (2, 25).
En este caso no es por la apostasía sino por la maldad de los legisladores. La gente se manifestó en contra y no los votó para que se
ResponderEliminarllevaran todo por delante, esto no es culpa de la gente.
Mentira. Lipovetsky y Filmus y varios más no son cristianos y son los que promueven todas estas aberraciones. Basta de echarle la culpa a la gente en todo caso si a los pastores modernistas vedosianos.
ResponderEliminarQue lo que su vista repasa no se pierda en el camino neuronal hacia su mente. Se habla de «amplia mayoría de bautizados», lo que no implica, como es obvio, que varios no lo sean.
EliminarY los pecados que nos llevaron a esto son comunes. Con mayor responsabilidad en los pastores, ciertamente.
Si llegan a hacer un plebiscito ganan como en Irlanda. En cuanto a los bautismos, también se van a acabar, estos mismos jóvenes que están con el aborto tampoco van a bautizar a sus hijos, vean lo que pasa en España:
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=o9kXsoINS2o
Para que se entienda un poco mejor la cuestión, el informativo Infobae, que bien podría llamarse InfoMoishe por sus constantes panegíricos judaicos, publica ayer la noticia que se titula: “Si no sale la ley del aborto va a haber una rebelión popular”, dándole relevancia a la arenga de una adolescente lobotomizada por la prensa hebrea, pero donde queda claro que lo que se propone es una guerra, en donde el enemigo resulta ser la Iglesia y los primeros en caer van a ser los más inocentes.
ResponderEliminarhttp://www.ncsanjuanbautista.com.ar/2018/06/el-pacifismo-de-los-antiabortistas.html
Es el SIONISMO, la gran trama converge en él
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