Herrade von Landsberg (s.XII), La Ramera de Babilonia |
Astutos enemigos la embriagaron
con ajenjo, y sus manos codiciosas
usaron para hollar todas sus cosas
y, así que estaban sucias, la ensuciaron,
y así, sin pausa, ya no descansaron
hasta usurpar el Trono, las raposas.
Y al tiempo que a las rosas
hurtaron tez y aroma, la apremiaron
a enderezar las velas hacia el yermo,
y al desnortado rumbo acometido
-contrarios rumbos ambos- van aína.
¡Que colmen la medida! Ya no duermo
celando el fogonazo y el tronido
que anuncien de la Meretriz la ruina.
Fray Benjamín de la Segunda Venida