martes, 30 de octubre de 2018

LA "DUALIDAD" DE NEWMAN, O LOS COMIENZOS DEL "REINO DIVIDIDO" (parte 2)


por Dardo Juan Calderón

EL ARGUMENTO DE JUSTIFICACIÓN

En Newman la conciencia no es como un triste contable de culpas. Él la sitúa en la creación: cuando Dios se hizo creador, puso la Ley de su Ser -que es Él mismo- en sus criaturas. La conciencia hace presente la verdad y es liberadora, es la mensajera de Dios. “Los católicos no somos esclavos, ni siquiera del Papa”, afirma Newman. Pero para Newman, ese carácter tan positivo no implica que debamos despreciar la voz del Papa, aunque destaca “la obediencia debida a la voz divina que habla en nosotros” en primer lugar.

“¿Sería un traidor un católico inglés en caso de un dilema entre seguir al Papa o a su conciencia?”, pregunta equiparando conciencia a país, y si bien nos fijamos, esta equiparación es bien del gusto liberal, supone un país que es una sumatoria de conciencias individuales. Y pone el ejemplo de los diputados católicos ingleses que se conjuraron para no admitir un rey de dinastía católica de otro país (a los que el Papa Pio IX les ordenó romper el juramento).

Aquella gran confianza en la bondad de Dios le llevó a la sorprendente conclusión, que tanto llamó la atención a la opinión pública inglesa, de que el católico ha de seguir a la conciencia antes que al Papa, y con ello eludió el intento masón de borrarlos del mapa. Un héroe en toda la línea, un héroe de una guerra real con consecuencias concretas y evaluables, un héroe cuya arma había sido la literatura y en eso podría haber quedado.

Pero excediendo la coyuntura, el actual Catecismo de la Iglesia Católica, para definir la conciencia utiliza y cita esta Carta al Duque de Norfolk: “La conciencia es la mensajera… La conciencia es el primero de todos los vicarios de Cristo” (C.I.C. 1778). ¿Ante quién debía enfrentarse esta conciencia vicaria? ¿Ante el mismo Vicario? ¿Lo planteaban los propios Vicarios?

La cuestión es que tres años después de esta controversia, en 1879, el Padre Newman fue nombrado Cardenal por el Papa León XIII, era el indicado para la política de Ralliement en Inglaterra dado este acierto político que tuvo, siendo además, un hombre de confianza en Roma.

Pero Newman había salido de una encrucijada política salvando la cabeza –las propiedades y la posición- de los suyos, y había hecho literatura polémica, cuando el alemán hacía con ello neoteología.

Hay que tener en cuenta –como dijimos- que era inconcebible para un inglés –católico o no- enfrentar el “orden establecido”, y había que darles una salida. “El hombre de estirpe, con la revolución, únicamente arriesga su cabeza. El pequeño burgués lo perdería todo, él depende por entero del orden establecido, Orden Establecido que ama como a sí mismo, pues es su establecimiento” (Otra vez Bernanos, ¿se entiende por qué se vota a Macri?)

¿Daba pie Newman para esta pirueta? Miremos esta hermosa frase: “Siento a aquel Dios dentro de mi corazón. Me siento en su presencia. Él me dice: haz esto, no hagas aquello. Podéis decirme que esta prescripción es solo una ley de mi naturaleza, como lo son el alegrarse o el entristecerse. No logro entenderlo. No, es el eco de una persona que me habla. Nada me convencerá de que al final no provenga de una persona externa a mí. Ella lleva consigo la prueba de su origen divino. Mi naturaleza experimenta hacia eso un sentimiento como hacia una persona. Cuando le obedezco me siento satisfecho, cuando desobedezco me siento afligido, como lo que siento cuando vuelvo contento u ofendo a un amigo venerado[ …] El eco implica una voz, la voz remite a una persona que habla. A esa persona que habla, yo la amo y la temo” [negritas mías]. La voz está dentro de mí, pero es externa; es mi persona, pero es otra persona; unos entenderán que dice expresamente que no viene de Roma, que es anterior a ella, pero luego vendrán frases más ortodoxas que pondrán, en una especie de exabruptos literarios, las cosas en el cauce tradicional y magisterial.

Comentando esta frase, junto a aquella otra del Cardenal sobre que no le dejaban tranquilo las “pruebas” de la existencia de Dios del duro tomismo, prefiriendo su propia prueba en la “experiencia de la conciencia”, dice un autor: “Este pasaje muy denso resume todo el recorrido de la afirmación –a partir de la conciencia de sí mismo y del sentido moral- del Dios personal y no de una mera ley o “something” de manera que podemos sintetizar toda la fenomenología realista de Newman así: cogito ergo sum e coscientiam habeo, ergo Deus est”.(Rober Cheaib, Itinerarium cordis in Deum. Prospettive pre-logiche e meta-logiche per una mistagogia verso la fede alla luce di V. E. Frankl, M. Blondel e J. H. Newman, Editorial Cittadella, Asís 2012.). Y nadie podrá decirme que el buen Rober está traicionando al autor.

Un señor Crosby escribe un largo ensayo para demostrar que el personalismo nace en Newman, Maritain luego lo expresa en toda su dimensión y Wojtyla lo hace doctrina magistral (este estaba en la URSS, equiparable a la Inglaterra masona, aunque algunos no noten el parecido por la diferencia de los modales rusos con los ingleses). Benedicto XVI, con un poco más de conciencia del cambio teológico y no solamente político, pretende salvar la pura subjetividad: “La concepción que Newman tiene de la conciencia es diametralmente opuesta (al puro subjetivismo). Para él “conciencia” significa la capacidad de verdad del hombre: la capacidad de reconocer en los ámbitos decisivos de su existencia —religión y moral— una verdad, “la” verdad. La conciencia, la capacidad del hombre para reconocer la verdad, le impone al mismo tiempo el deber de encaminarse hacia la verdad, de buscarla y de someterse a ella allí donde la encuentre. Conciencia es capacidad de verdad y obediencia en relación con la verdad, que se muestra al hombre que busca con corazón abierto. El camino de las conversiones de Newman es un camino de la conciencia, no un camino de la subjetividad que se afirma, sino, por el contrario, de la obediencia a la verdad que paso a paso se le abría». ¿Se le abría? ¿En dónde? ¿En la Iglesia y su Magisterio? ¿O dentro suyo? ¿O dónde diantres? Y caemos en el círculo vicioso de la inmanencia que quiere escapar de sí misma y se muerde la cola, típico del alemán y de los teólogos protestantes.

Un siglo después de la controversia, esta obra de Newman seguía siendo de interés, pero no ya por un problema político en Inglaterra sino por un problema teológico en la Iglesia, que no quería entenderse tal cual se la venía entendiendo hasta ese momento. Un cardenal alemán dio una conferencia acerca de “Newman y la conciencia” en Dallas en 1978. El apellido del cardenal era Ratzinger. La Providencia había decidido que tendrían ambos cardenales una cita en esa ciudad de Birmingham. No sólo eso, la Providencia había decidido que el alemán iría en representación de toda la Iglesia y sentaría en nombre del inglés la primacía de la conciencia sobre la autoridad del magisterio, conciencia que se formaba en el misterio de la inmanencia y lanzaba al hombre hacia la trascendencia, pirueta que -como decía Rubén Calderón Bouchet– hacía recordar a aquel actor cómico –Buster Keaton- que se levantaba del piso tirándose de sus orejas.

No fue Newman ajeno al planteo de salir de la inmanencia en su concepto de conciencia, y entonces la duplicó y le dio a la Iglesia una cierta injerencia en ella, en una segunda fase de ella, ya no como “formadora”, sino como “correctora”. Escuchemos un poco: «En cuanto a la conciencia, para el hombre existen dos modalidades de seguirla. En la primera, la conciencia forma sólo una especie de intuición hacia lo que es oportuno, una tendencia que nos recomienda una cosa u otra. En la segunda, es el eco de la voz de Dios. Todo depende de esta diferencia. La primera vía no es la de la fe; la segunda lo es»

«La norma y la medida del deber no es la utilidad, ni la conveniencia, ni la felicidad del mayor número de personas, ni la razón de Estado, ni la oportunidad, ni el orden o el pulchrum. La conciencia no es un egoísmo clarividente, ni el deseo de ser coherentes con uno mismo, sino la mensajera de Aquel que, tanto en el mundo de la naturaleza como en el de la gracia, nos habla tras un velo y nos amaestra y nos gobierna por medio de sus representantes. La conciencia es el “originario vicario de Cristo”, profética en sus palabras, soberana en su perentoriedad, sacerdotal en sus bendiciones y en sus anatemas; y si alguna vez decayera en la Iglesia el eterno sacerdocio, en la conciencia permanecería el principio sacerdotal y ella tendría su dominio». … «Llegué a la conclusión de que, en una verdadera filosofía, no había solución intermedia entre el ateísmo y el catolicismo, y que un espíritu plenamente coherente, en las circunstancias en que se halla aquí abajo, debe abrazar o el uno o el otro. Y estoy sin embargo convencido de esto: yo soy católico en virtud de mi fe en Dios; y si se me pregunta por qué creo en Dios, respondo: porque creo en mí mismo. Encuentro, en efecto, imposible creer en mi propia existencia (y de este hecho estoy perfectamente seguro) sin creer también en la existencia de Quien vive en mi conciencia como un Ser Personal, que todo ve, todo juzga»… Y luego, aquí entra la Iglesia y el magisterio, Dios no se ha revelado al mundo como un hecho histórico (aunque también), sino principalmente como una experiencia de la conciencia, y la Iglesia no es el Testigo y Guardián de una Revelación de Ese Dios que nos habló a través de boca de hombres, sino el custodio de la conciencia que ha recibido su presencia: «… el sentimiento de lo justo y de lo injusto, que en la religión es el primer elemento, es tan delicado, tan irregular, tan fácil de confundirse, de oscurecerse, pervertirse, tan sutil en sus métodos de razonamiento, tan maleable desde la educación, tan influenciado por el orgullo y las pasiones, tan inestable en su curso que, en la lucha por la existencia, entre los múltiples ejercicios y triunfos de la mente humana, este sentimiento al mismo tiempo es el mayor y el más oscuro de los maestros; y la Iglesia, el Papa, la jerarquía constituyen, en la Providencia divina, la respuesta a una necesidad urgente».

Otro autor nos dice, y en ello tampoco podemos acusar traición en la interpretación: “Newman siempre afirmó plenamente la dignidad de la conciencia subjetiva, sin desviarse jamás de la verdad objetiva. Él no diría: conciencia sí — Dios o fe o Iglesia no; sino más bien: conciencia sí — y precisamente por eso Dios y fe e Iglesia sí. La conciencia es la abogada de la verdad en nuestro corazón; es «el originario vicario de Cristo»”. (ERMANN GEISSLER).

Sin forzamiento vemos a los modernistas encontrar en los pensamientos de Newman todas las notas que hacen a su ambigua –pero herética– doctrina, de hecho fueron sus cultores Loisy (en la cabecera de su lecho de muerte estaba un retrato de Newman), Tyrrel, Von Huegen, Guitton. Pablo VI dijo que la posteridad se daría cuenta un día de que el Concilio Vaticano II se inspiraba en él. También podríamos pasar días citando frases enteramente ortodoxas, aunque como antes dije ya no en tono literario, sino como un exabrupto de estilo, como esa especie de frenada que solemos hacer los creyentes cuando la imaginación se nos vuelve loca. Uno podría decir “no entiendo la monogamia, me es más dulce la poligamia, pero acepto esforzado lo que me dice el Magisterio de la Iglesia y a ello me atengo con toda mi voluntad”. Y eso es muy notable en Newman, converso al fin, pero converso malgré lui. Y así como hubo denuncias a Roma (a San Pio X) desde sus pares y contemporáneos por el peligro de sus doctrinas (Mons. O Dwyer, Obispo de Limerick), San Pio X lo defiende en una carta en que decía algo así como (estaba en latín y no la encuentro): “… a pesar de ciertas incoherencias no se puede dudar de su fe”. Y yo me cuadro -a pesar de que todo me grita para dudarlo-: si el Santo lo dice lo acepto con la misma voluntad que Newman aceptó el Syllabus.

¿Esconden esta aceptación de la ortodoxia los modernistas? No, en general tampoco lo hacen, sino que festejan la “dualidad” de Newman (lo señala especialmente Crosby) como una nota de la angustia existencialista. Y aunque -muy de soslayo- otros dejan entrever que eran declaraciones mechadas para evitar una condena y a las cuales echar mano en caso de una inquisición ante las acusaciones de sus pares, a las que por tanto no hay que tener en cuenta, y esta sospecha la fundan en el cambio de estilo cuando el autor recurre a ellas.

Newman venía de una religión liberal, y se había convertido de verdad, se aferraba al magisterio con crispadas manos de católico recién llegado (un magisterio que en su época condenaba el liberalismo de una manera rotunda y clara y él lo acataba), pero seguía respirando por los poros su formación y el espíritu de su patria que le surgían en cuanto literato. Esa dualidad, que él mismo experimenta y que lleva al movimiento de Oxford al catolicismo, y que son sus “dos conciencias”, la que busca el bien carnal, aún óptimo, y aquella conciencia de la “verdad”, llena de escoria, que necesita de la disciplina de la Iglesia para enderezarse y corregirse. Y en su caso es así, sin duda, lo necesita porque no ha podido “formarse” en Ella, ni conformarse del todo a ella. Para él la Iglesia es una dura y necesaria vara a la que atarse para guiar el retorcido -aunque noble- árbol de nuestra personalidad. Pero no vemos esa idea serenamente católica de que sea la Iglesia el Árbol mismo del que somos brotes y de cuya savia nos alimentamos.

Concluyamos por ahora: no se hace teología desde fuera de la Iglesia y su Magisterio. No se hace con De Maistre y su rémora dialéctica y martiniana -su pasado francmasón- que prevé la regeneración histórica después de la punición revolucionaria con un cierto perfume milenarista (Mr. Delassus cae un poco en esta tentación por admiración al personaje ¡si viera hoy el Vaticano un siglo después, en el que suponía una restauración! Y en este sueño entran la TFP y Roberto De Mattei). Tampoco con Blanc de Saint Bonnet y su pasado sansimoniano. No se hace con Maurrás ni con Péguy a causa de sus antecedentes, ni se hace con muchos otros de nuestros héroes contrarrevolucionarios. Con ellos se hace política, historia o literatura. (He leído a muchos hablar de Lefebvre “maurrasiano” cuando el propio Obispo –reconociendo los aciertos del francés- confesó no haber leído ni una sola de sus obras. La doctrina del buen Monseñor era Magisterio de la Iglesia y Maurrás estaba viniendo a él. Esa era toda la coincidencia). No se hace teología con Newman.

Nos dice Louis Medler, en su obra sobre Mons. Delassus, que “estos autores, en los que la evolución (hacia el catolicismo) dura toda la vida, ameritan ser estudiados, pero no pueden ser considerados verdaderos maestros, pues para el maestro se exige una estabilidad en la verdad que permita al discípulo estudiar con plena confianza”, y esa estabilidad se logra en el seno de la Iglesia Católica, en su Magisterio que logra su máxima expresión en la teología de Santo Tomás.

Pero claro, estos maestros tienen la antipática costumbre de tener siempre razón y dejan de presentar esos “aspectos humanos”, tan simpáticos a nosotros, en los que encontramos parecidos amores y rencores, vicios y virtudes, y nos encariñamos con sus “estilos”. Y tienen razón aquellos no por tenerla por ellos mismos, pues ni siquiera esos “Padres de la Iglesia” que tanto admiró Newman y en donde encontró su conversión al catolicismo –y allí se quedó lamentablemente- son infalibles tomados separadamente de todo el curso del Magisterio (como en su seguimiento muchos quieren creer hoy). Cercanos a nosotros son maestros un Cardenal Pie, un Pio X, un Mons. Lefebvre, un Mr. de Castro Mayer en Brasil y hasta pongo en esta serie a un Meinvielle en Argentina (con mínimas prevenciones). Aquellos otros, especialistas del enemigo, denunciantes de las maquinaciones sectarias, combatientes directos contra la conjura, publicistas y polemistas que resistieron el asalto, y hasta víctimas de la confusión; merecen nuestro amor, gratitud, comprensión, nuestras oraciones y nuestro trato. Porque como bien decía Bernanos, para entender nuestro tiempo que se cocinó en pasadas batallas, no es útil hablar con los vivos, sino con los muertos.

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Excursus: Newman es tan amado y nos viene de perillas a los que vivimos parecidas coyunturas. En realidad, no queremos reconocer que desde hace más de un siglo la única y verdadera manera de ser católico es alguna especie de martirio, es estar en combate –o por lo menos no colaborar– con la Bestia que rige al mundo desde una política atea, laica y anticristiana. Es estar contra el Orden Establecido y dispuesto a perderlo todo. Y Newman, ese buen director espiritual, le había buscado la forma para no exigirnos más de lo poco que cada vez estamos menos dispuestos a dar.

El argumento justificable de esta miserable manera de ser católicos, de no haber perdido todo en La Vendée, de no haber muerto en el México Cristero, de no haber sido masacrado en la España del siglo pasado, de no haber quedado relegado a la soledad y el desprecio como Calmel y como tantos otros buenos curas, de no haber sido Genta ni Sacheri, no puede ser un argumento “elegante”. El más potable sería una noble pobreza y desprendimiento, un retiro sacrificial, pero el que nos queda más ajustado es simplemente que somos “miserables” y con ello ir de mala gana, como el Cireneo, de rodillas ante la Cruz.

Newman supo dar a esta condición una artificial pátina de avejentamiento y estuco, que no tradición y gloria, y a ella se aferran desesperados los católicos de nuestro tiempo haciendo de una salida oportuna y vergonzosa, una loable forma de vida.    
       

36 comentarios:

  1. diagnosticador on line30 de octubre de 2018, 15:50

    Son intuiciones, tal vez sinceras, y un googleo esforzado, combinado con una notoria ausencia de lectura de la basta obra del personaje sub examine; con un denodado esfuerzo que denotan estas líneas en que el autor asumió a priori (por lo que el esfuerzo es también ideológico) por llevarlo hacia donde llevó al Cardenal, acaso debido a inquinas internéuticas y personales, heridas, en fin, pendientes de cicatrizar.

    Diagnóstico: en veremos.

    Recomendación: piense en trabajar de abogado, que con o sin razón, siempre logrará darle forma a sus intereses.

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    1. Estimado lector: Tiene usted razón. No he leído casi nada de este autor, los pocos libros que tengo de él no he tenido mucha paciencia y los he ojeado. Y hay mucho de google en estas paginitas. No he pretendido hacer un "tratado" sobre Newman. Simplemente he tratado de entender por qué Newman es un héroe y un "Padre" del modernismo para todos estos herejes. Algo que no se podría hacer con el Cardenal Pie, por ejemplo, o con Mons Lefebvre.
      Miro un poco en qué se basan ellos y les veo cierto fundamento, no veo una falsificación o un retorcimiento. Por otra parte los veo a Ustedes también con ciertos fundamentos para entenderlo ortodoxo, Finalmente observo su encrucijada histórica y concluyo que, como muchos hoy, de formación ortodoxa pero obligados a andar en un mundo modernista, caen en ambigüedades y en ambivalencias. Si usted, que ha leído toda su obra y la admira, entendiendo que es ortodoxa, puede explicarme por qué los modernistas lo hacen su antecesor ideológico, en qué lo falsifican y qué han ganado con ello; pues se lo agradecería.

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    2. Además: soy abogado, y en esto no tengo ningún interés fuera de recomendar a los lectores que no tomen a Newman como teólogo ni como maestro, sino simplemente que vean un interesante personaje metido en una encrucijada muy parecida a la nuestra, cómo la resolvió, y que consecuencias trajo esa resolución. Por ejemplo, el domingo marcharon contra la ley de educación sexual para salvar los colegios católicos (lo que es bueno), bajo el lema "libertad de cultos" (lo que es un argumento) y basados en el derecho constitucional liberal. Veremos que consecuencias trae toda esta estrategia (para mí, nada bueno).

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    3. Más claro echale agua o a confesión de partes, relevo de pruebas. El Cocodrilo no sabe un sorto del Card. Newman, eso sí, habla, habla, habla….. Provocador profesional al que todos lo tienen bien calado, menos F.I que sufre silenciosamente la Invasión V.Lo interesante es la reflexión sobre a la marcha contra la educación sexual en los colegios católicos (o contra el aborto) y veo, con agrado, que cambió de opinión y ahora le parecen buenas (antes, no tan tanto), lástima que en el colegio se les coló el examen (?). Y, dentro de esta discusión, un “disparador” entretenido sería: ¿Por qué Mons. Lefebvre eligió como su sucesor a un inglés anglicano converso que lo traicionó apenas murió? Presiento que al Cocodrilo le cae mucho mejor Mons. Williamson que el Card. Newman (a los cocodrilitos seguro)

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    4. No es para contestar, pero habría que hacer un análisis psicológico-teológico de estos valientes del anonimato, resentidos, chismosos y palanganas. ¿Tendrán fe? ¿Se puede tener fe siendo una rata? Es para un artículo.

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    5. Es usted un imbécil con una comprensión lectora que tiende a cero. Entre la poca humildad que por sus invectivas se le presupone y lo dicho al principio, es normal su pataleta cuando ve que le adelantan por la derecha. No pueden entender que están en tierra de nadie con este maridaje forzado entre la doctrina tradicional (o eso creen profesar) y el mundo burgués del "por lo menos", del mar menor y de la moral de situación (consecuencia lógica de sus postulados),con tal de mantener su status quo eclesial y social. Durante muchos años se les ha aguantado el planteo católico liberal en sus vertientes conservadoras y Ecclesia Dei. La restricción mental del reducido marco confeccionado en base a omisiones intencionadas entra inevitablemente en turbulencias, a causa este pontificado y sobretodo por el hecho irremediable encarar ya una contexto que huele a fin de los tiempos, cn las consecuencias que ello implica en el plano político y de la religión (la única). No obstante, la buena teología se sigue produciendo por efecto casi milagroso y a partir de unos ingredientes que se dan únicamente en la FSSPX, mal que les pese a los que escupían sobre su trinchera, desde su cómoda butaca de su biblioteca de estilo inglés, creyendo que ellos eran unos locos cuando en realidad eran los que más luces demostraron y más arrestos tuvieron. Y esto se dio y se sigue dando por dos condicionantes, a saber: el verdadero tomismo (no el de vedettes de salón) y la libertad que le dió como contrapartida el estar castigados por la Roma Modernista. Y de eso y por eso, en el caso de la Argentina, un seglar como Don Rubén Calderón fué el que inició una saga y arrimó el hombro de la primera hora entorno a la figura de Monseñor Lefebvre, legándoles a los suyos (y legándonos a nosotros) una obra que es ahora la cantera a partir de la cual Dardo se permite el lujo de hacer las conexiones sobre Newman y otros temas, que saca precisamente de las piedras previamente talladas, pulidas y alineadas a punto de ser colocadas en el edificio argumental que tan inteligentemente construye Dardo. Javier.

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  2. Las heridas del modernismo sangran del costado de la Santa Madre Iglesia.
    No hay peor ciego que el que no quiere ver.
    A conciencia.
    ¿O trols on line?

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    1. Leyendo los comentarios adjuntos con ataque bajos para el Saurio; surge la duda acerca de su pregunata ¿O trols on line?.
      ¿Acaso dadas las circunstancias, nos hemos olvidado del "sello" tan ansiado?
      ¿No hay peor cuña que la del mismo palo?
      ¿Es tan facil confundir alma con conciencia?
      ¿No se le falta a Mons. Lefebvre corrigiendo su eleccion?
      (Mons. Williamson o los otros)
      Dios me asista y me equivoque, mas da la impresion de haber mas soberbis conservadora que Fe y Tradicion verdaderos.
      Lo peor es que se huele odio y eso no es de Fieles Catolicos.

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    2. Ve bien el asunto, es odio personal que les hace echar espumarrajos de rabia y no pueden ver nada. Me acusan de anti-Fellay, cuando es un hombre al que he conocido y tratado, siempre con la impresión de estar frente a un estado de "santidad" sorprendente. He tratado a Mons Williamson, el que como a todos los que lo hemos tratado, se nos ha hecho amable e íntimo de inmediato. He tratado a Mons Marcel Lefebvre al que uno escuchaba al borde de las lágrimas. Transformar el drama de estos momentos aciagos (en el que estas almas enormes juegan sus decisiones que son casi las de la subsistencia de la Iglesia de Cristo) como los bandos de una hinchada de fútbol, es una cretinada insoportable. Pero así como no comprenden que Newman navega entre sus amores quedando en el drama de una "dualidad" (quieren forzarlo a un bando, quieren que sea de River o de Boca) de la misma manera no guardan el enorme respeto y silencio que debemos guardar ante estos hombres - Príncipes de la Iglesia- que han tenido que encarar el drama más grande de toda la historia de la humanidad que es la Apostasía de la Iglesia. (Si ya no es de River, es el enemigo). No deben leer historia, deben leer las revistas deportivas.

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  3. No he leído suficiente de Newman, solo unos pocos sermones, me gustaría preguntar a los que conocen la obra de Newman qué sostén escriturístico tiene esta "conciencia" del hombre. Es decir, quiero ver pasajes de la Escritura donde se ejemplifique el accionar de esta conciencia.
    Por lo que yo entiendo en las escrituras se habla mas bien de la acción del espíritu que te revela la verdad, Juan 16:13. Cuando Pedro confiesa la divinidad de Jesucristo, no es ni la "carne ni la sangre" la que le dio ese conocimiento sino el Padre. Por lo que dice aquí Newman, la conciencia sería una capacidad de darse cuenta de la acción del espíritu, es decir una especie de habilidad del alma, por ejemplo el que tiene oídos para oir(sería la conciencia), que oiga.
    El problema es que esto de la conciencia no parece un termino muy bien definido por Newman, entonces da para cualquier desvío subjetivista. Y el tema es si la confusión del término es a propósito para quedar bien con Dios y con el Rey. Hay una diferencia si digo "prefiero obedecer a Dios antes que al Papa" o si digo "prefiero obedecer a mi conciencia de Dios antes que al Papa". Tiendo a pensar que al poner una elemento nuevo, la conciencia, entre Dios y yo de alguna forma me permite jugar, acomodar algunas cosas para zafar de ser categórico.

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  4. Jorge.
    La Iglesia enseña que en estado de gracia Dios inhabita en nuestra "alma".
    Bueno, cámbielo por "conciencia" newmanística y listo.

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    1. No es tan fácil, porque para Newman "todos" tienen conciencia, en el estado en que estén, aún desde un punto de vista sólo natural.

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    2. Pero Don Saurio, ¡no los "acose" con sus "chicanas" de leguleyo!
      Mire que se ponen lacrimosos "en el estado que estan"..
      Disculpe por "enmendarlo".
      Telegrafista

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  5. Ninguno de los lectores de Newman contesto la pregunta del Saurio...solo atacaron a su persona. Los que no sabemos nada, ni conocemos a las personas, solo vemos buenos argumentos de un lado con una critica real y cero respuesta mas odio del otro.El saurio parece un angelito! Que alguno levante el guante como hombre y conteste!

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  6. ¿¡angelito?!
    Nada mas justo que aquello de "parecido ni cerca".
    Eso si, si le bajan la guardia les devuelve los obsequios con creces y sin guantes.
    Maldad.

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  7. La obligatoriedad de la conciencia, como norma moral de los actos buenos, no implica que sea el arbitro único, porque depende de una norma universal, Ia ley moral y de ella recibe su caracter obligatorio. Por tanto, los juicios morales de Ia conciencia individual o Ia conciencia publica no son verdaderos o adecuados a Ia realidad por el hecho de que sean de Ia conciencia, de que sean fruto de una conciencia recta, o que se correspondan con el dictamen de
    Ia propia conciencia, de una conciencia, en este sentido, autentica. No basta que Ia conciencia
    sea recta para obligar. Es preciso que Ia conciencia sea verdadera, que dictarnmine según Ia ley
    moral. No es Ia conciencia Ia que determina Ia premisa mayor, lo que esta bien y lo que esta
    mal. Ni tampoco Ia premisa menor, en cada momento determinado, establece Ia bondad o maldad de los actos concretos. La obligación de obedecer a Ia conciencia no funda una ética individualista ni subjetivista. La obligatoriedad de toda norma moral procede de Ia ley.
    El juicio de Ia conciencia no anula el caracter universal de Ia ley y de Ia obligación, ni supone rebelarse a su autoridad, sino que lo confirma y acata. El deber que formula Ia conciencia se apoya en el deber anterior expresado por la ley natural. La conciencia depende de esta
    norma objetiva, que fundamenta el imperativo de sus decisiones racionales. La existencia de
    Ia conciencia revela, por ello, Ia de Ia ley natural, que, por su origen, es ley divina. AI buscar
    Ia verdad y al juzgar con su conciencia segun Ia verdad descubierta en Ia ley natural, Ia misma
    conciencia se convierte en verdadera. Es una autentica conciencia. Con ello, el hombre vive
    en Ia verdad y es un hombre verdadero.

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    1. Eso es claro y contundente, pero no estéticamente bello, lo otro es literatura. Yo no quise abundar en mis consideraciones y dejé hablar a otros en las citas, pero vean esto: poner de un lado al Papa y del otro a la conciencia, es un juego de palabras lleno de equívocos. Cuando decimos obedecer al Papa, ningún católico se confunde, no se trata de obedecer a una "persona" en todos sus caprichos, sino de obedecer al Magisterio (con todas las consideraciones necesarias de cuando lo es y cuando no), ningún católico en su sano juicio ha sostenido otra cosa nunca, lo otro es la forma del Islam. Mi conciencia, como bien dice este comentarista, se "forma" en la ley objetiva, que no es otra cosa que EL MAGISTERIO de la Iglesia, es decir que la conciencia es el continente y el Magisterio aporta el contenido. Cambien en las frases de Newman la palabra Papa por la palabra Magisterio Indubitale, y verán que la cosa se presenta en un subjetivismo espantoso. Yo lo que veo, muy acorde con el espíritu del movimiento de Oxford, es que esta "conciencia" de Newman no se "forma" desde el Magisterio, es previa, y el Magisterio sólo cumple una función "rectificadora" cuando las pasiones o los intereses la tuercen. En este sentido buscaron la unidad católica aquellos anglicanos, escapando del desorden sectario protestante (lo mismo expresa Bouyer desde el luteranismo) pero para ellos la conciencia ya tiene en sí misma EL CONTENIDO de la Verdad, no necesita del Magisterio para "formarse", sino para "corregirse". Es decir, que sin decirlo, lo que se entiende, y lo que los modernistas entendieron (De Mattei comete el mismo error), es que EL CONTENIDO está en la gente - en el pueblo- y el magisterio allí lo encuentra y lo endereza y lo corrige. Es decir Dios-pueblo-magisterio, y no Dios-magisterio-pueblo. Eso hoy es modernismo, personalismo y democratismo, pero era la esencia del protestantismo ayer.

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    2. Bueno. Respondió la pregunta que no me animaba a hacer (no me gusta que se note mucho mi estupidez). Si entendí bien, el problema "conciencia o papa" fue una respuesta dada a lo político. Pero en cuanto se plantea el tema "conciencia o magisterio" Newman admitiría a regañadientes "magisterio".

      Evidentemente a los ingleses no les gusta perder independencia. Me hizo acordar a lo que decía Lewis (según la traducción de Don Jack en la Catena Argentea):

      "La verdadera razón por la que no puedo comulgar con ustedes, los católicos, no es porque esté en desacuerdo con esta o esta otra doctrina de la Iglesia Católica, sino porque entrar en comunión con ella implica no sólo aceptar un cuerpo de doctrina, sino aceptar por adelantado cualquier doctrina que la Iglesia postule de ahora en adelante. Es como que se me pida estar de acuerdo no solo con lo que un hombre dice, sino también con lo que va a decir."

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  8. ".....Así como el de la «conciencia» (casi un tópico, una preferencia de los abusadores de la reflexión teológica de nuestros días), éste del desenvolvimiento histórico de la Iglesia, discernible en «edades», fue uno de los hierros candentes que Newman no se abstuvo de aferrar. Y supo salir ileso de la prueba aquel que pudo con justicia jactarse, al recibir el biglietto por el que era creado cardenal, de haber «durante treinta, cuarenta, cincuenta años (...) resistido con lo mejor de mis fuerzas al espíritu del liberalismo en religión».

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    1. Cite la fuente, porfa:

      https://in-exspectatione.blogspot.com/2013/11/newman-y-las-tres-edades-de-la-iglesia.html

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    2. La lectura de Flavio en ese artículo es una interpretación de buena leche de un texto, que sin ninguna duda un modernista podría interpretar en un sentido evolucionista sin que tuviera mala leche. ¿En qué se basa Flavio para sostener su interpretación? En que el mismo autor declara haber "resistido con lo mejor de mis fuerzas al espíritu del liberalismo en religión". Y está bien. Pero yo agregaría, "es cierto que quiso resistirlo con lo mejor de sus fuerzas, pero no le alcanzaron,porque quiera que no, el texto es de una ambigüedad enorme". Es completamente falso que nuestra fe haya ido de una edad poética, a una filosófica y por fin práctica, los santos han sido escogidos ex profeso según sus tendencias, pero un San Agustín tenía los tres componentes en grado egregio y Santo Tomás igual, aún con todos los siglos que los separaban ¡Ni qué hablar de Juan Evangelista en el siglo I! ¡Y ni qué hablar de Cristo! (El Hombre "Eterno" de Chesterton) (Veamos a Caponnetto en el escrito de más arriba, en pleno siglo XXI, todos los componentes presentes) Es decir, que yo veo un "coqueteo" en Newman con tendencias liberales.

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    3. Espero hacerme el rato para meter un bocadillo. Continuará...

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    4. Tu me metiste en este lío. Ahora te toca a vos.Dardo

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    5. Caro Dardo: ante todo -y aunque a menudo falle en la empresa- pretendo imponerme un imperativo a la hora de abordar críticamente un escrito: el de la ecuanimidad. Porque, si es muy cierto que se debe evitar la adhesión fácil y el panfilismo intelectual, también es recomendable no precipitarse al momento de esgrimir el juicio.

      Y te diré que para sostener mi más benévola interpretación de Newman no me bastaría con la sola declaración de éste de haber "resistido con lo mejor de mis fuerzas al espíritu del liberalismo en religión". Concretamente, el texto aquí aludido queda a salvo de la tacha de evolucionismo desde el mismo momento en que Newman aduce que la Iglesia, en vez de pasar de un estadio de la vida a otro, ha llevado consigo hasta su período reciente la propia juventud y la propia media edad. Nunca mudó las propiedades que le son propias, sino que las acumuló, y de su arcón extrajo cosas nuevas y antiguas, según la ocasión. Bien visto, esto niega de plano la acusación de que "nuestra fe haya ido de una edad poética, a una filosófica y por fin práctica" así, sin más. ¿No son acaso estas palabras del inglés un perfecto antídoto, v.g., contra el protestantismo, abocado a una estúpida "pristinización" del cristianismo, donde más vale destacar ese acrecentamiento propio de una institución que -por compartir algo del misterio teándrico de su Fundador- vive a la vez en el tiempo y en la eternidad? ¿Desde cuándo se impuso la Iglesia en estas cuestiones un imposible aut-aut, cuando ella misma se vio urgida a precisar a lo largo del tiempo su propia fe en fórmulas siempre más acabadas (piénsese en el arco conceptual que se tensa entre el Símbolo de los Apóstoles y el de Nicea)?

      Yo supongo que lo de Newman (me refiero en especial a este breve texto) es un a modo de ensayo interpretativo, una hipótesis sin mayores pretensiones, apenas una aproximación a un aspecto entre los miles de la vida de la Iglesia, afectada inevitablemente por la historia a causa de su obvia vertiente humana. No creo que haga falta aclarar que la Iglesia militante, en su consecución temporal y a causa de ella, no se sustrae en modo alguno a las categorías de potencia y acto: la pura actualidad es para los bienaventurados, y en esta constatación no veo la menor sospecha de evolucionismo.

      Después, que las palabras de Newman puedan prestarse a todo tipo de interpretaciones (ortodoxas y heterodoxas) no es atribuible a su presunta equivocidad, sino a que el autor no pretendió hacer teología sistemática. Otro era su genio, y no tengo problemas en admitir que en tiempos tan convulsionados como los nuestros hace más falta el talento definidor que el lírico. Lo que, de cualquier modo, no nos autoriza para suponerlo un mentor de la ambigüedad magisteril del Vaticano II y sucesivas defecciones. Al fin de cuentas, incluso a Nuestro Señor le han querido interpretar en senso nada católico aquello de que «respecto de aquella hora, nadie lo sabe, ni los ángeles en el Cielo, ni el Hijo, sino solamente el Padre». Y si esto sirvió a la tesis subordinacionista, no menos agua llevó al molino de los negadores de la virginidad perpetua de María aquello de «tu Madre y tus hermanos están afuera y quieren verte». Sólo al Magisterio -y a la teología sistemática- se le puede reclamar esta precisión a toda prueba. En el magisterio digamos "privado" de la mayoría de loa autores -por muy ortodoxos que sean- se le puede meter en cuña la hermenéutica disolvente -malicia es lo que abunda bajo la luna-, sin que por esto deban ellos ser sospechosos de coqueteos o filias non sanctas.

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    6. "Cite la fuente, porfa".....quería ver si estaba atento. Saludos.

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    7. Estimado e irresponsable editor de partisanos nada ecuánimes: La pregunta es ¿por qué TODO el modernismo lo tiene como anticipador de sus puestas? ¿Todos torcieron de mala fe sus ideas en una "hermenéutica disolvente" sin ningún "pié" en su obra? ¿Qué ganaban llevando a este hombre a su bando como padre fundador? Debo considerar a Ratzinger un falsario retorcedor ex profeso de sus ideas, o, por el contrario, sinceramente encontró en el inglés todas sus ideas en un difuso gérmen. Recuerda el problema del movimiento de Oxford que combatía contra el protestantismo germano que había deshecho toda dogmática, a lo que ellos llamaban "liberalismo" (ojo con esto, esta idea de liberalismo en Newman no es la misma que la nuestra, esto lo señala mi padre en el Espíritu del Capitalismo). Ellos promovían una "vía media" entre este protestantismo liberal antidogma, y el catolicismo al que acusaban de haber abundado en dogmas más allá de lo que habilitaban los "Padres". Esta fue la lucha de Newman hasta el 47 en que se convierte en medio del zafarrancho doctrinal del anglicanismo partido en por lo menos cinco bandos antagónicos, pero rejuntado por un pragmatismo político (Coleridge). Faltaban unos 20 años para el Vaticano I y su batería dogmática, y la mayoría de su obra es anterior a este. Si bien te fijas, hay un blog dedicado a esto que no debo nombrar (que lo han leído y releído y no son nada tontos), en que sus admiradores retoman esta "via media", es decir Padres de la Iglesia y crítica al dogmatismo de los Pios (poco o nada Santo Tomás) y sobre todo al tema infalibilidad. Newman tragó este dogma, pero me atrevo a decir, como señalé, más en sentido negativo - corrección - que positivo -definición-. Nunca expresó la idea de Benson de una SuperIglesia Católica y Apostólica (dentro de la cual estaba la Romana) pero Benson creyó sacarlo de él. Alguien dijo que por los frutos los conocereis. Querido Flavio, me cuesta creer que no notes su dualismo, lo que por otra parte es perfectamente explicable en su historia personal, profusamente escrita por él en la famosa Apología... Más que ecuanimidad puede estar incurriendo en parecidas tendencias que puedo tener yo con Maurras y con otros ¡los quiero salvos! porque los quiero y entiendo sus derroteros. Creo que lo tuyo es amistad, de la buena, la de caridad, la que sentimos con los autores que nos encantan. Yo espero que haya llegado, pero el camino que recorrió es bien sinuoso.DARDO

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    8. Agrego; te doy la derecha en dos casos de torcimiento modernista por hermenéutica disolvente, Santa Teresita y Charles de Foucold.

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    9. Es probable que sea como lo decís: yo no puedo meterme en una disputa sobre la presunta oportunidad que Newman brindaría a sus seguidores para que ensayaran esa "hermenéutica disolvente" por la sencilla razón de que tendría que abordar su obra más por extenso para mejor juzgarla -cosa que no creo que vaya a hacer muy por lo pronto: hay otras prioridades. Me remito solamente al texto citado más arriba (el de las "tres edades"), porque es sobre ése que se discutió. Pues bien: no veo yo allí cómo justificar las acusaciones vertidas sobre el autor, a no ser interpretando el texto con arreglo a otros pasajes de su obra que autoricen una presunción de evolucionismo y otros yerros. Porque en el texto en cuestión hay una alusión a lo que en la Iglesia toca a su historicidad -y una hipótesis personal acerca de la misma-, pero, como parece obvio, abordar la historicidad no supone suscribir el historicismo, como recordar las prerrogativas de la razón no hace de nadies un racionalista.

      No leí su "Apología..." ni su "Grammar of assent", obras habitualmente tenidas por capitales para entenderlo. De lo que abordé de Newman tengo más fresco su Dream of Gerontius (traducido como "El sueño de un anciano"), poema extenso escrito ante la inminencia de la muerte -que no ocurrió entonces, habiéndosele concedido al autor unos 20 años más de vida-. Newman ya era católico hacía unos cuantos años, y su expectación del juicio particular, su reclamo de oraciones, la intercesión del ángel de la guarda y de los santos y ángeles todos, la contrición por su pecados, etc., todo esto tan dramáticamente poetizado tiene (si no me fallan la memoria y el juicio) un sabor lo suficientemente católico como para que las desviaciones liberales tan en auge por aquellos años no se metieran a dañar esas felices páginas. Pero ya ves: hablamos de una obra literaria, de indiscutible valor literario y aun piadoso, pero no de un tratado de teología.

      Post-scriptum: ¿es cierto que TODO el modernismo lo tiene como anticipador de sus puestas? ¿Aparece Newman en la obra de Loisy, Tyrrel, Teilhard, etc.? Atento que Ratzinger también reclamaba a san Agustín contra santo Tomás, seguramente sintiendo una mayor proximidad con los temas y el enfoque del de Hipona para pedal de su propia teología. Lo que no hace necesariamente del africano un anticipador del alemán: simplemente es más difícil falsificar al Aquinate a causa de su exquisita precisión conceptual.

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    10. Para una historia de las ideas, Newman es "el" representante del movimiento de Oxford, un hombre de la época Victoriana inglesa, un conservador en toda la línea, que cuando se propuso demostrar cuál era la Verdadera Iglesia, la verdadera doctrina y el verdadero culto - su propuesta era concluir en el anglicanismo antiliberal (anti germano), lo que le costó abandonar el estado clerical- comenzó a sospechar que era ese viejo enemigo suyo del "papismo romano" (del que hablaba pestes), y luego de un cierto período, se convenció de recontra buena fe y se convirtió. Era tal su importancia social que lo hicieron cura de inmediato sin pasar por un seminario, con lo que nunca abrevó en Santo Tomás. Pero la mayor parte de su obra teológica es la discusión dentro del anglicanismo. Y llegó a la verdadera fe con lo que tenía y dentro del contexto que vivía, con muy buena disposición de orden para con Roma pero con no mucho orden en el mate. Es una linda historia, pero ningún historiador serio lo pondría en la lista del pensamiento tradicional como podría ser con sus contemporáneos franceses o españoles. Una comparación entre Vazquez de Mella y su idea del Pontificado y la Tradición, con la Carta al Duque de Norfolk, te mostraría un abismo. En fin, nos hemos divertido.DARDO.

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  9. En relación a las ultimidades, J.E. Newman fue de lo mejor.
    Mejor que Benson y Castellani.
    Comoparable a Solovief.
    Hay más de un libro suyo que no deben dejar de leerse.

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    1. Se equivoca usted malamente, Castellani hace teología profunda y de las más destacadas, los otros dos apenas hacen literatura.DARDO

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    2. Anónimo3 de noviembre de 2018, 18:08
      Se equivoca usted malamente, Castellani hace teología profunda y de las más destacadas, los otros dos apenas hacen literatura.DARDO................de acuerdo, exacto!!!!!

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    3. Hoy el Apocalipsis de Castellani es libro de texto en el Seminario de La Reja y muy probablemente se adopte en otros del mundo. Los estudiosos extranjeros quedan boquiabiertos con este libro. De la misma manera no sabemos el grado de admiración que hay hoy en Francia por Meinvielle.

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  10. Si me disculpan los señores comentaristas, pero no pierdan el tiempo.
    Nadie puede negar la pluma de Dardo Calderón y el buen dominio de la lengua, pero allí se acaba su saber. Siempre fue así, desde su época de estudiante. Escribe textos extensos, floreándose con su destreza literaria, a fin de demostrar a los lectores que él es verdaderamente inteligente.
    Quizás alguno de ustedes recuerde una columna que escribió Calderón hace ya más de diez años en el diario Los Andes buscando desacreditar algunas afirmaciones que había hecho Umberto Eco -un real conocedor de la filosofía medieval, aunque vendido al enemigo- sobre Santo Tomás. Su intento fue lamentable; perdió la oportunidad de refutar a Eco, lo cual era muy fácil, y se fue en circunloquios, fiorituras e ironías, que nadie -absolutamente nadie- entendió, y la mayor parte de los lectores se quedaron con la idea que el que tenía razón era Eco. ¿Por qué lo hizo? Simplemente porque quería mostrar que él era más inteligente que Umberto Eco y que había descubierto cuál era su juego. En definitiva, un afán de lucimiento personal.
    Lo mismo ha ocurrido ahora con Newman, confesando que no lo ha leído sino que sus dos largas columnas publicadas en este blog fueron redactadas a partir de textos de Google. ¿Es eso serio? ¿Pretende Calderón realmente y seriamente discutir con Newman? Claro que no. Es imposible. Ni siquiera conoce la lengua en la que escribía el cardenal. Entonces, ¿qué hace? Lucirse; demostrar a una platea más o menos extensa como la que le ofrece el excelente blog de Flavio Infante, que él es una persona inteligente, y el único sucesor de la sapientia indiscutible de su padre.

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    1. Tu si que demuestras tu sabiduria. Refutas con argumentos que asombran por su profundidad y los mas altos conocimientos acerca de lo que se trata.
      Tanto que no te le animas a Don Ruben; mas si al que calificas de "unico sucesor".
      Otra bajeza propia de ciertos trols bien mandados desde dentro.
      ¿Pretendes realmente y "seriamente" siquiera discutir a quien muestras tal aversion?
      No te esmeres tanto.
      Posible te suceda lo que al enano: "salta, salta y no llega nunca".
      Respetuosos saludos a los "amigos" quienes te "envian".
      Sigan intentando.

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    2. ¡Qué bellos recuerdos! Carmencita Coronel Pfister era mi compañera de estudios universitarios (claro que esta no es ella), de padres luteranos con los que rabiábamos por parecidos males, ellos despreciaban la liturgia traducida del alemán como yo la del latín ¡con parecidos argumentos!. Este enemigo íntimo me trajo buenos recuerdos con su costumbre de camuflarse para odiarme y hacer saber su trato familiar y cercano con datos que saca de una confianza traicionada. "Habla mal de mí... ¿¡Qué favor le habré hecho?!" Veo que es mi seguidor más fiel y aunque agradezco que me lea con tanta constancia, me llama la atención un cierto masoquismo.Es un caso para psicoanálisis salvo que me necesite como emético para sus atracones. De todas maneras comete ciertos errores, nunca he escrito largo, puede parecerlo si uno no ha salido jamás del surfing de los blogs, pero sería bueno para él encarar algún ensayo de cuarenta páginas y darse cuenta que lo mío es ínfimo, soy un simple lector arrimando comentarios. De todas maneras gracias, mañana llamo a Carmencita y diré un Ave María por sus viejos (de estudiantes éramos tan pobres que marcábamos los cigarrillos con virome en cuatro partes iguales y pitábamos cada uno por turno, si uno se pasaba de la raya se armaba la rosca. La madre, suiza chilena, nos traía pan con huevo y yo le llevaba liebres que cazaba y las hacía a la suiza, con vino "puchjolís" (beujolais)).

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