Cuelgan racimos de ángeles que enrizan
la pluma al sol en arcos soberanos
Lope
Tiziano, La Asunción de la Virgen |
Donde la vista se arrebata, donde en el Sumo Estrado asisten
los querubes,
allí llevadnos, Reina nuestra, lirio de lirios que subisteis
tras las nubes.
De aquel celeste regocijo, de aquella enhiesta suavidad
de ámbar y luces
hínquenos siempre la memoria la nota clara, y la esperanza
nos sahúme.
El tabernáculo más fiel, aquel que fue de su Señor
horma inconsútil,
así se eleva entre los coros y las proles que, aclamándola,
se unen.
Bella corona coronada en lo más alto del pináculo,
en el culmen
de la escalera que al patriarca admiró con todo su imprevisto y
su vislumbre...
su vislumbre...
Tierra sin fin transfigurada, muy más lucida que en la aurora
del creado,
de los ejércitos que templan los esplendores invisibles,
cifra y boato.
Que vuestro tránsito, Señora, arrastre siempre nuestro amor
a lo más alto,
y en la procela de este viaje que nos resguarde la virtud
de vuestro manto.
de vuestro manto.
Fray Benjamín de la Segunda Venida
No hay comentarios:
Publicar un comentario